CAPÍTULO 6: "De: Dorian".

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Quería entender por qué desde que llegué al pueblo, nada tenía sentido, especialmente mis sueños, la herida de mi pierna y el más reciente recuerdo de lo que sucedió la noche en que mi padre había intentado matarme.

Es imposible que sea solo un sueño, era bastante largo y se sentía muy real, durante estos seis meses había creído y le había hecho creer al resto de las personas, que Hugo fue el que inició el ataque cuando en realidad fui yo la que intentó acabar con él. Lo que aún no entendía es ¿por qué parecía no tener el control sobre mí misma ni sobre mis acciones? Todo lo contrario, solo pudiera observar, era espectadora de mis propias memorias.

Mi mamá y Alex aprendieron a darme espacio, cuando aparecen las crisis o los ataques de pánico, esperan a que sea yo quien me acerque para hablar con ellos.

Eran la una de la madrugada y yo seguía sin poder dormir, no quería ir mañana a la preparatoria y sabía muy bien que si le decía a mamá que no me siento bien, lo entendería y me daría de nuevo un espacio. 

Tengo miedo de dormir, no quiero volver a soñar, no parecen ser sueños, son algo más, como recuerdos, pero sobre qué exactamente, porqué no recuerdo haber vivido nada de lo que recientemente he soñado.

Me negaba a dormir, me levanté de la cama y bajé las escaleras para sentarme un rato frente a la chimenea y tal vez podría poner en orden mis ideas.

Miré de reojo los vestidos en un rincón y pensé, además de los vestidos también el librero de la biblioteca cerca del patio trasero, ya estaba aquí cuando llegamos.

Me dirigí a la biblioteca y encendí la luz para que pudiera revisar los libros detalladamente, lucían algo viejos y cubiertos de polvo. Empecé a hojearlos y algunos ni siquiera estaban escritos en español, había de muchos idiomas y lenguas: alemán, italiano, latín, sueco hasta árabe.

Abrí uno con una pasta reforzada de color rojo, era pequeño y luce mejor conservado que el resto. Al abrirlo, en la tercera página venía una dedicatoria que decía:

Para: Laurent

De: Dorian.

Ya sabes lo que pienso de ti.

Y en la parte inferior derecha de la página viene una fecha; Noviembre, 1900 con tinta negra y escrito a mano en cursiva.

Pensé que el primer sentimiento que vendría a mí sería el miedo o la confusión pero en su lugar me invadió un inmenso dolor, el pecho me ardía y mis lágrimas rodaban sobre mis mejillas. Abracé el libro con todas mis fuerzas mientras sollozaba y despertó en mí el fuerte deseo de querer dormir, de soñar otra vez. Me recosté sobre el suelo sin soltar el libro y cerré mis ojos con la esperanza de conciliar un poco el sueño, pero no tuve éxito.

No logré dormir en toda la noche, el reloj marcaba las cinco y media de la madrugada, faltaba poco para que mamá se levantara para ir a trabajar y Alex y yo deberíamos llegar caminando a la escuela.

Me quedé sentada en el sofá de la biblioteca mirando hacia la profundidad del bosque, empiezo a creer que tal vez perdí la cabeza y que lo que veo son alucinaciones y creería firmemente que es así de no ser por todas las cosas que he encontrado en la casa.

Luego de transcurridos unos minutos, escucho los pasos de mi madre bajando las escaleras, se asustó al verme sentada en silencio frente al ventanal corredizo, acercándose para hablarme. 

—¿No lograste dormir Laurent? —se sienta a mi lado y me acaricia el cabello.

—¿Ya habíamos estado aquí antes? ¿Habías venido aquí alguna vez? —le pregunto con la esperanza de que su respuesta sea la que deseo escuchar.

Mi Antigua Vida (TRILOGÍA FAMILIA REAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora