Después de usar todas mis fuerzas para controlar mi mente y mi respiración, me armé de valor para salir del sanitario y dirigirme a mis últimas dos clases; como lo esperaba, Alex me acompañó hasta la puerta y al terminar fue a recogerme para que nos fuéramos juntos a casa.
Cuando salimos de la preparatoria, mi madre ya me esperaba en el estacionamiento y por primera vez en mucho tiempo, me alegraba de que me recogiera de la escuela.
Me senté en el lugar del copiloto y antes de que encendiera la camioneta, justo unos minutos después vi a Silas dirigirse al auto de Nicolás; me puse el gorro de la sudadera para evitar que me reconociera y llegara a pensar que debido a la plática que tuve con los jugadores de lacrosse fue que lo evite el resto del día. Él giraba la cabeza en todas direcciones, como si estuviera buscando a alguien, se colocó sus audífonos y finalmente subió al vehículo; me sentía terrible por ni siquiera haberle agradecido de que me haya acompañado todo el tiempo en mi primer día.
La lluvia hacía difícil poder ver a través de la ventanilla y provocaba que los autos avanzaran muy lento, ni mi mamá ni Alex se atrevían a decir una palabra y yo no podía mirarlos, solamente quería seguir contemplando el camino mientras sonaba mi canción favorita en la radio.
Me negaba a permitir que el miedo me invadiera de nuevo y en su lugar dejé entrar una nueva emoción, la furia; siempre había sido más que indudable que mi padre jamás me amó, no tenía ningún tipo de consideración conmigo.
Entonces comencé a pensar ¿por qué seguir permitiendo me controlé?
De mí dependía dejar que siguiera interrumpiendo mi vida y la de las personas que amo.
Es por ello que a partir de este momento, Hugo está muerto para nosotros, dudo mucho que alguna vez tenga el valor de volver a aparecer, huyó como el cobarde que siempre ha sido.
Cerré los ojos un momento para dejar de pensar, la cabeza me dolía por recordar a Hugo. Unos segundos antes de que me quedara dormida, el silencio volvió a invadir mis sueños, es abrazador y envolvente.
—Laurent puedes alcanzar mis cigarrillos... —reconocía esa voz, es la de Hugo.
Alcanzo los cigarrillos del buro de su oficina y se los entregó en la mano con la esperanza de escuchar un agradecimiento pero en su lugar me los arrebató con fuerza.
—Creo que está a punto de llover —me asomé por la ventana deseando ver llegar el coche de mamá.
—Aquí no llueve, ya deberías saberlo —dijo dándole una bocanada al cigarrillo.
Y fue así de la nada que comenzó a llover, cada vez con más fuerza, con relámpagos que iluminaban el cielo y ensordecían.
Su celular empezó a vibrar, miró de reojo la pantalla y se levantó de su silla, corrió hacia su maletín para después mirarme asustado.
Me dolía la cabeza y la espalda, me senté en el suelo y me arrinconé cerca de la ventana, él se dirigió a la salida de su despacho, tomando las llaves de su vehículo sin dejar de mirarme.
—¿Vas a algún lado Hugo? —al pronunciar esas palabras, se escucha un fuerte rayo que ocasiona que la casa quede invadida de absoluta oscuridad.
Ahí está, floreciendo el miedo, paralizante y dominante, escucho como late su corazón con rapidez y su respiración se acelera con descontrol.
—¿Acaso crees que me asustas Laurent? No eres más que una insignificante humana, no estás en condiciones de pelear.
—¿Por qué no te armas de valor y te acercas Hugo? —aunque todavía faltaba para que anocheciera, el cielo se torno de azul marino, que de vez en cuando, se encendía a consecuencia de los rayos.
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Mi Antigua Vida (TRILOGÍA FAMILIA REAL)
Novela Juvenil1ER. LIBRO DE LA TRILOGÍA "FAMILIA REAL" "Existen dos cosas de las cuales jamás se podrá escapar: el pasado y la verdad". Fueron mis últimas palabras antes de arrojarme hacia mi muerte infalible. Hasta hace seis meses Laurent tenía una vida consider...