Mi Antigua Vida (TRILOGÍA FAMILIA REAL)

CAPÍTULO 29: La despedida.

Las cosas iban empeorando conforme pasaban los días, el dolor se sentía cada vez más profundo, como un vacío en el pecho y un golpe directo al estómago.
No paraba de llorar siempre que me encontraba sola.
En cuanto Julio se quedó dormido, salí huyendo del recinto otra vez, no quiero volver y no quiero pelear, ya no más.

He vivido demasiados años, honestamente nunca esperé nada de la vida, conocí a tantas personas y jamás nada cambió; hasta que le arrebaté a su madre a un niño pequeño, sentí culpa, compasión y hasta rechazo por mis propias acciones, siendo que no había sido la primera vez que hacía algo similar.

Dorian fue mi amigo al principio, la primera persona con la que me sentí en confianza y sin miedo de ser yo misma.

Cuando era niño me gustaba verlo feliz, corriendo de un lado a otro, riendo a carcajadas, ensayando una y otra vez en el piano. Su primera pintura fue a los once años, pintó el rostro de su madre, quedé muy sorprendida al percatarme de que a la corta edad en que lo separé de ella, fuera consciente de cómo era y siendo tan cuidadoso a la hora de retratarla.

Nos entendíamos perfecto, él me enseñó a apreciar la belleza de las noches estrelladas, un amanecer visto desde el mar e incluso una caminata por el parque en otoño.

El amor que tenía por la música, me hizo valorarla, él podía ver la luz en medio de lo oscuro que invariablemente siempre fue mi mundo y con el tiempo yo aprendí a hacer lo mismo, dejé de tener miedo de ayudar y aproveché mi influencia para convertirme en la mujer que había querido ser.

Como fue de esperarse mis hermanos no estuvieron de acuerdo, Vincent se alegró de que su decepción por mi elección confirmaba mi debilidad que según él por años mantuve oculta, a Young soo le dio lo mismo, contrario a lo que se podía pensar, él no odiaba a los humanos, en todo caso prefería la indiferencia.

El verdadero inconveniente fue Orien.

Mi hermano Orien es ampliamente extraño, la mayoría de las veces no sabíamos qué sucedía dentro de su mente, concentrado en sus pensamientos, callado y reservado.

Young soo solía decir que antes de que Vincent y yo llegáramos y solo vivían ellos dos, apenas si le dirigía la palabra, viajaba mucho y cuando se establecía en casa se quedaba viendo por una gran ventana que daba al bosque durante horas, suspirando de vez en cuando, como si escuchara a alguien o viendo algo pero realmente no había nada, solo un camino extendido de árboles y vegetación.

Todos le teníamos miedo, Orien fue el primer Amery en existir y sabe cosas que hoy en día mis hermanos y yo desconocemos. Sin embargo, cuando llegué él me recibió fraternal, me enseñó a controlar mi fuerza y a mezclarme con humanos pasando desapercibida pero también me crió con su creencia de que nuestra especie es superior inclusive de los otros dos linajes, tanto así que cuando él estuvo por un breve periodo de tiempo en el trono de las Tres Familias Reales desprestigió enteramente al linaje Zus, haciéndolos quedar como bestias incontrolables que necesitaban mantenerse escondidas por no respetar el "orden natural".

Orien me confesó una vez que nuestra existencia tenía un propósito, debíamos cumplir con un cometido y si nos llegábamos a negar a obedecer, las consecuencias eran inimaginables, y aplicaba hasta con los otros dos linajes.

En fin, cuando decidí hacer las paces con la raza humana y seguir a Dorian, Orien enloqueció e intentó asesinarlo, fue entonces cuando nuestra relación de hermanos se quebrantó y él abandonó la mansión. Después de cuatro años, un día regresó asegurando que se sentía arrepentido por su comportamiento y que cuando lo necesitara podría buscarlo, pero desaparecía por un tiempo, regresaba y volvía a irse. Extraño, conductas típicas de mi hermano Orien.