CAPÍTULO 21: El orfanato.

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Esther nos avisó que ya podíamos acercarnos al gigantesco árbol cerca del río, consideró que a mamá tal vez le hubiera gustado el lugar, quizás podría encontrar paz en medio de tanta desgracia.

Me pone triste pensar que sus últimos recuerdos fueron, escapar de un grupo de criaturas que cazan a una mujer que ni siquiera es su familia de verdad, por más que me esforzara en no sentirme culpable, no lo conseguía y terminaba por convencerme de que esto era inevitable, incluyendo la transformación de Alexander, no podía ser de otro modo, solo se trataba de cuestión de tiempo.

Julio cambió de tema después de lo que le pregunté acerca de Young soo —pero que ni crea que lo voy a dejar pasar así de fácil, menos con una acusación de tal magnitud—. Intento pensar, cuáles son las posibles razones por las que Young soo me querría lejos, pensé que nuestra relación era verdadera, una vez más parece que me equivoqué.

Me duché rápidamente y Esther me prestó una vieja camisa de cuadros azules con negro, un pantalón ancho, que provocaba que la figura delgada de mis piernas se perdiera entre su espacio, unos tenis blancos y una chamarra azul; aunque le insistí que la chamarra no era necesaria, puesto que no sentía el frío como el resto, ella entre comentarios graciosos añadió que no quería que me enfermara. Me puse a recordar que desde hace unos cuantos días desde que llegué por primera vez al pueblo, ya no me enfermaba, me había mojado con las tormentas en múltiples ocasiones e incluso el día en que desperté en la roca en el mar, únicamente traía puesto un short corto y una blusa de tirantes, no acostumbro dormir con calcetines, me da calor en los pies durante las noches y me siento atrapada.

No recuerdo el momento, ni cómo llegué a la roca aquella noche, mis sueños de ese día fueron más largos de lo que habitualmente son, agregando además que cuando desperté, salía agua por todos los agujeros de mi rostro, nariz, ojos, boca e incluso de los oídos. Al principio pensé que se debía a que permanecí demasiado tiempo en la roca, pero el agua del mar no llegaba hasta donde me encontraba recostada, ni siquiera a la punta de mis pies, es como si el agua viniera dentro de mi interior.

¿Cómo podría ser posible?

Lentamente me estoy acoplando a todo esto, a mi identidad, al pasado, a las personas que vuelven a mi vida cada día, incluyendo a mis enemigos, lo que aún no logro descifrar completamente es el conflicto que envuelve a la familia. Es evidente que era una desgraciada y que al parecer eso motivó a los otros dos clanes a exonerarme del mando, pero por qué personas cómo Esther, aún me respetan y ayudan, me pongo a pensar que tal vez no solía tan malvada como los demás me pintan. Como yo veo las cosas, siempre ha sido una guerra constante por ver quién puede tener y ser más.

Tengo una inmensa curiosidad por conocer más sobre las otras dos familias, también por cómo funciona el tema sobre el trono o el mando de las Tres Familias Reales; como yo, siendo una Amery podía ordenarles a las demás y cómo fue que llegué hasta ese punto.

—Laurent linda, estamos listos para el funeral —Esther interrumpe mis vagos pensamientos con las palabras que temía escuchar.

—Gracias Esther, enseguida voy.

Quería que Alex fuera el único en despedirse, me niego totalmente a ver a mi madre recostada sobre ese cajón, solo me serviría de recordatorio que aquellas personas humanas que fueran parte de mi vida, tendrían el mismo final.

De inmediato vino a mi mente Dorian, recordando el color verde de sus ojos, su alargada sonrisa mostrando su dentadura perfecta y como le gustaba llevar su cabello café alocado sin peinar. Me preocupaba que al recordar con más fuerza a Dorian, me dolía el pecho con cada imagen suya en mi memoria, lo cierto es que el extrañarlo me volvía débil y me sentía cansada.

Mi Antigua Vida (TRILOGÍA FAMILIA REAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora