ENFADOS Y AMORES

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- 07:25, El Apartamento. -

Ivanov y yo tras despertarnos desayunamos unas tortitas, le dí ropa que tenía el el apartamento suya y nos dirigimos a comisaría para trabajar.

Mi padre estaba en la puerta e intentó hablar conmigo, pero yo pasé de largo para entrar en servicio.

- Comisaria Elizabeth, diríjase a mi despacho en este mismo instante. - indicó mi padre por radio.

- 10-05 - le contesté con mucho odio.

Después de eso se escucharon murmullos por la radio.

- Solicito Modo Charlie. - comuniqué a través de radio para que se callaran. Y así fue.

- Comisaria Elizabeth, repito, diríjase a mí despacho. ¡Ahora mismo capulla! -

- Superintendente, le repito. 10-05. -

- Vamos a ver mariconeta, ven ahora mismo si no quieres que te degrade. -

- Degradame. - le dije retantándole- Pero perderá a la mejor Comisaria Jefa. -

- Ven. Ahora. Mismo. - dijo muy cabreado.

Yo estaba en recepción atendiendo denuncias. Subí rápidamente. Entré a el despacho abriendo la puerta con brusquedad.

- ¡Aquí la que debería estar cabreada soy yo! No tú. - grité nada más entrar.

- Antes de nada buenos días. - dijo la voz de Gustabo.

Me fijé y vi que estaban Horacio, Gustabo y Volkov a un lado de la mesa de mi padre.

- ¿Buenos días? Iros a la puta mierda. Tú Conway por ser un puto torturador, tú Volkov por gilipollas. Horacio y Gustabo vosotros por ser unos putos traidores. - les dije con mucho odio. - De verdad que todos vosotros me dais verdadero asco. Esperaba más. Pablito era mi amigo. ¡Nuestro puto amigo! ¡Y vosotros le traicionasteis! ¡Y tú le torturaste, casi le matas en esa puta silla! ¡Y tú estabas de puto cómplice, actuando como el perrito que eres! -

Horacio tenía lágrimas en los ojos, Gustabo me miraba con un gesto arrepentido, Volkov me miraba como pidiendo perdón y mi padre tenía la vista perdida, pero una expresión triste.

- Lo siento... Lo siento de verdad. - me dijo Horacio mientras lloraba fuertemente.

- Yo también, lo siento. Pero ten en cuenta que era un asesino. A tí no te lo haríamos. - dijo Gustabo.

- ¿Y que si era un asesino? ¿Sabes que te digo? Yo también soy una puta asesina. Lo era y lo soy. Y tú Gustabo, también. - dije.

- No es lo mismo. - dijo mi padre por primera vez.

- Si, si es lo mismo. Él quitaba vidas y yo también. - dije yo.

- Tú lo haces para hacer el bien. - dijo Volkov.

- O no. Depende desde que perspectiva lo veas. Igual yo soy la mala. Igual Pablito era el bueno. Igual él mataba para hacer el bien, para hacer el bien desde su perspectiva. Él mataba a quien dificultaba su vida. Lo hacía por el bien de su futuro. - dije yo firmemente.

- ¿Estás defendiendo a un criminal? - preguntó Conway.

- Si. Y me da igual que sea asesino en serie, basurero o, ¡puto policía! ¡Pero ya da igual que no me importe, porque está muerto! ¡Le traicionásteis! ¡Le condenásteis! Sois escoria. - les grité a Gustabo y a Horacio desahogando me todo lo que pude.

- Perdón. - dijo Gustabo en bajo mientras Horacio lloraba fuertemente.

- Ya no vale un perdón. Eso no resucitará a Pablito. De hecho nada lo hará. - les dije más calmada y con la respiración entrecortada.

Felicidad // SpainrpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora