Capítulo III

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    La mañana llegó muy rápido, luego de mi plática con Ulises me fui a dormir; aunque tardé bastante en pegar ojo. A penas estaban saliendo los primeros rayos de sol cuando sentí que un portal se abría en mi habitación

    Me senté en la cama somnolienta y vi salir de él a Gabriel.

   —¿No es muy temprano para venir a buscarme?

   —Debemos irnos ya.

   —No me he despedido de mis padres aún.

   —Volverás en un mes, no tienes que despedirte.

   —Lo dices como si un mes fuese poco.

   —No los vas a extrañar, así que levántate y deja de quejarte.

   —Ustedes los irins tan insensibles como siempre —mascullé por lo bajo y me levanté de la cama.

   —Ponte esto. —Me extendió un traje bastante parecido al de él, una túnica más blanca que la nieve con algunos bordados en dorado. Lo miré súper raro pero no le di importancia y fui a cambiarme esa ropa.

    Luego de eso, ambos atravesamos el portal. Creo que no hay palabras para describir a Heaven, es un lugar demasiado indescriptible y maravilloso, estaba anonadada. Nunca mis ojos habían visto belleza igual, Tarendiel no le llegaba ni a la suela de los zapatos a este reino.

    Gabriel me dijo que me retirase el calzado, pues el terreno que estaba pisando era santo; no lo comprendí del todo, pero le obedecí. Luego me llevó por entre las calles de oro que me parecían casi irreales, el tacto frío en la planta de mis pies era lo que me decía a gritos que aquello era tan verdadero como que el sol sale todas las mañanas. A lo lejos, a mi izquierda, se podía ver un mar de cristal, y las nubes que se extendían por encima de algunas partes de los verdes prados, parecían hechas de algodón; incluso puedo decir que eran de colores (rosas, lilas, amarillas, etcétera) No podía hacer más que observar alrededor embobada totalmente.

    Más adelante, se extendía un gran palacio cuyas paredes estaban hechas de piedras preciosas. Era inmenso, con grandes estandartes de oro y figuras de ángeles alados sobre ellos. De la parte más alta, de la cual se desprendía una luz gloriosa que era la que iluminaban el lugar, pues no había ni luna, ni sol; estaba segura de que salía una especie de melodía angelical, seguramente querubines alabando.

    —¿Por qué este lugar es tan maravilloso? Nunca había visto u oído sobre nada igual —expresé extasiada pero Gabriel no me respondió, supongo que no era algo que yo pudiese saber; sabía que solo los humanos podían disfrutar de la gloria y gracia de conocer los secretos más profundos de Heaven, luego de que sus vidas mortales acabaran.

   Llegamos a un salón, dentro de él había seis irins sentados alrededor de una mesa.

    —Así que por fin has venido, ya era hora —dijo uno de ellos levantándose.

    —Ellos son los otros seis arcángeles, Arden.

    —¿Arcángel? Pensé que solo era un ángel.

    —Debes aprender mucho, Arden. Toma asiento. —me indicó ayudándome a acomodarme en la silla y luego tomó lugar a mi lado en la mesa.

    —Imaginamos que si estás aquí, es porque ya decidiste aceptar la misión.

    —Sí, aunque aún no tengo ni la menor idea de lo que me hablan.

    —Como debes saber, nosotros los irins no podemos pisar la tierra más que el tiempo necesario para dar un mensaje, ¿no? —dijo otro.

Arden (Dark Angel II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora