Capítulo XXII

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Thristan y yo nos detuvimos al ver a una mujer muy hermosa frente a nosotros. Tenía el cabello extremadamente largo y de color rojo brillante que alumbraba alrededor, mezclándose con el agua sin que pudiéramos llegar a ver el fondo; su piel era algo bronceada con algunas joyas doradas adornando sus brazos y piernas, completando con un hermano vestido de telas bastante extrañas (eran muy finas, sin embargo, no se podía ver a través de ellas)

La mujer estaba sentada sobre el agua, por muy loco que parezca, lo estaba y daba una visión que me hacía sentir sumamente extraña, algo así como si estuviese en medio de una ilusión, que, dicho sea de paso, era bastante real.

—Vaya, un tritón— exclamó con falsa sorpresa colocando una de sus manos sobre su pecho—. Me pregunto, ¿que harás tan lejos del mar?— su tono de voz no me revelaba nada bueno.

Yo y Thristan no articulamos nada, parece que a mí no era a la única a la que le costaba digerir la visión.

—¿Qué hacen en mi lago?— preguntó la mujer y yo medio que reaccioné.

—Solo estamos de pasada, no quisimos molestarla— respondí ¡Vaya, que educada! Por su tono le habría respondido de otra forma, pero de veras aún no la asimilaba.

—Tú no eres humana, ¿verdad? Esos ojos no son de ellos.

—No lo soy y sé que tú tampoco lo eres.

Ella pintó una sonrisa maliciosa que juro que me hizo sentir como algo frío recorría mi espalda— Veo que eres muy inteligente y no me gustan las chicas inteligentes.

Y ahí estaba, mi mala impresión no era por gusto. Ella hizo un movimiento de manos y sentí como unas algas se agarraban a mis piernas.

—¡Thristan!— fue lo único que llegué a decir porque en segundos ya estaba bajo el agua. Él intentó sacarme pero las algas esta vez no se cortaron. Yo estaba luchando por salir pero no podía, Thristan salió del agua.

—Suéltala— le escuché decir vagamente.

—¿Por qué haría eso? Ella me molesta mucho— rió mientras yo luchaba por salir.

—No te saldrás con la tuya— respondió y volvió a entrar al agua, entonces sentí como las algas me llevaban más profundo. Yo pataleaba en un vano intento por liberarme, pero no lograba nada aparte de ser llevada aún más abajo. Parecía como si todo en ese día tuviera ganas de matarme, primero el Wendigo y ahora ella.

Sentí como Thristan me tomó de los brazos tratando de halarme hacia la superficie; pero a ambos nos estaban arrastrando hasta el fondo. Llegamos hasta lo más profundo del lago, no podía ver nada aparte de la luz lunar a lo lejos y la sombra de Thristan tratando de soltarme. Mi vista comenzaba a volverse borrosa por la falta de oxígeno y lo admito, mi aguante debajo del agua no era muy bueno, es obvio ya que jamás me ha gustado mojarme.

En ese momento Thristan se puso frente a mí y me tocó el rostro, creo que notó mi estado.

—«Arden, aguanta, te soltaré ¿está bien?»

—«Ya no puedo más, Thristan»

—«Aguanta un poco más, ¿sí?»— me pidió desesperado y siguió tirando de mí o tratando de cortar la algas, pero seguíamos igual y yo no podía más.

—«Thristan, por favor, hazme respirar»— dije y le vi ponerse frente a mí, vagamente pude divisar la duda en sus ojos así que le di un débil asentamiento, no es que fuera a morir pero la experiencia de ahogarme no me estaba haciendo mucha ilusión.

—«No voy a decir lo siento por hacer esto, mi ángel»— respondió y no me dio tiempo siquiera a replicar porque ya había unido nuestros labios, besándome como si se muriera de ganas por hacerlo hace mucho y mientras hubo un tenue brillo. Entonces se separó— «Respira, ahora»— fue lo que me dijo y entonces yo respiré hondo sintiéndome casi ahogada. No sabía si por llevar tanto tiempo aguantando la respiración o por lo que él acababa de hacerme.

Arden (Dark Angel II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora