Capítulo VII

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    Pasamos la noche en la mansión de los vampiros, nos dieron unas habitaciones y a la mañana siguiente fueron a buscarnos para "tomar el desayuno".

    —Anagashi, devuélvenos nuestras armas —demandé en cuanto logré entrar a la oficina de la noche anterior.

    —Buenos días para ti también, irin.

    —Me llamo Arden, vampiro tonto.

    —Lo siento, querida, pero anoche no te presentaste —dijo con sarcasmo y rodé los ojos.

    —Me da igual, devuélveme mis armas.

    —¿Ya desayunaste? Mandé a preparar algo para ustedes —ignoró descaradamente mi exigencia, poniéndose en pie.

    —¿No escuchas lo que te digo o qué? ¡Qué me devuelvas mis armas! —exigí una vez más exaltada, me estaba agotando la paciencia.

    Él me miró con una ligera sonrisa divertida. —Arden, cálmate, vamos a comer algo, aún hay cosas que hablar.

    —Mira, maldito vampiro, no tengo ni la más mínima intención de confraternizar contigo, ¿entendiste?

    —¿Eres muy rencorosa, verdad?

    —Con los vampiros que me entierran los colmillos, sí.

    —¿Qué puedo hacer por ello?

    —¿Por qué?

    —Para que te olvides de que te mordí anoche.

    —No tengo intenciones de perdonarte y no me interesa tampoco —respondí tajante y él solo sonrió más ampliamente, como si le pareciera divertido verme tan alterada, que de hecho, le parecía divertido, lo oí en su cabeza de chorlito.

    —Vamos a desayunar.

    Salió de la oficina sin siquiera dejarme responder y tuve que limitarme a seguirle a regañadientes, maldiciéndolo de todas las formas posibles. Íbamos por el salón central cuando vi bajar por las escaleras a Kian, Hayden y Ulises. Ellos nos siguieron hasta llegar a un salón con una gran mesa donde estaba el desayuno servido.

    Nuestro anfitrión vampiro tomó asiento a la cabeza y me señaló con la mano para que me sentase junto a él. Lo hice de muy mala gana como todo lo que me implicara estar cerca de el pelirrojo chupasangre idiota y los demás se sentaron igual. Empezaron a comer como si nada pero yo no tocaba el plato.

    —¿No piensas comer? —preguntó Anagashi, ganándose una muy mala mirada de mi parte.

    —Mis armas.

    Él blanqueó sus ojos. —¿Por qué no puedes comer sin pensar en tus malditas armas?

    —Porque estoy en una mansión repleta de vampiros chupasangre entre los cuales uno me enterró los colmillos anoche —dije con obviedad y sonreí plásticamente.

    —Sí que eres rencorosa, querida.

    —Y mucho —replicó Kian con la boca llena—, no te perdonará nunca, vampirito.

    —Eres muy linda para estar tan molesta, Arden —comentó de nuevo.

    —No puede hacer más nada que eso —añadió Hayden.

    —¿Pueden dejar de criticarme, por favor? —me quejé molesta.

    —Preciosa, come algo, no creo que sea bueno que vayas a cazar vampiros así.

    —¿Podrías dejar de llamarla preciosa y querida todo el rato? —se quejó molesto Ulises.

    —Uuh, no sabía que eran novios —comentó el vampirito y le tiré una mirada de pocos amigos—. Por tu mirada parece que no es así. ¿Es no correspondido?

Arden (Dark Angel II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora