La puerta se abrió estrepitosamente y vi entrar por ella a Thristan quien corrió hasta mí sin pensarlo mucho.
—¿Qué haces aquí, Thristan?— pregunté sin fuerzas—. No puedes estar aquí.
—No digas lo que puedo o no, antes muerto que dejarte aquí— respondió y fue hasta mis alas.
—No las toques, por favor— le supliqué deteniéndolo, iba a quitar lo que sujetaba mis alas.
—Tengo que soltarte, Arden.
—Me duele mucho, Thristan— dije llorando.
—Está bien, confía en mí, ¿sí? Necesito liberarte para sacarte de este lugar— dijo y dejó un ligero beso sobre mis labios para luego ir hasta las estacas. Trató de sacar una pero no se podía y yo gritaba de dolor cada vez que hacía un intento.
—¡Para, para, por favor, para!— supliqué luego de varios intentos, era demasiado sufrimiento, sentía que iba a morir.
—¿Por qué no sale?— preguntó atónito.
—Porque es magia de sangre— oí decir a Anagashi.
Thristan se giró atónito al fin siendo consciente de la presencia de Anagashi en el lugar— ¿Qué hace él aquí?
—Es una larga historia que no quiero contar— respondió y tosió un poco para luego continuar—. No podrás soltar a Arden, no sin el maldito bastardo del Conde.
—¿Viniste solo, Thristan? ¿Dónde están los demás?— le pregunté.
—Estamos todos aquí, no te imaginas todo lo que ha pasado— dijo acariciando mi rostro dulcemente, podía ver lo mucho que le dolía verme en ese estado y no poder hacer nada por ello.
—Oye tú, príncipe— dijo Anagashi llamando su atención—. A ella no puedes soltarla pero a mí sí, podría ayudar.
—Ve y suéltale, Thris— le pedí y él se dirigió hasta allá, retiró las estacas que sujetaban a Anagashi y este se curó al instante.
—¿Con quién más viniste?— preguntó Anagashi.
—Pues con todos los demás, los padres de Arden e incluso con parte del ejército.
—Muy bien, quédate aquí, príncipe, yo iré a buscar al Conde— dijo y en un pestañeo salió de la habitación. Thristan se acercó a mí y tomó mi rostro entre sus manos tratando de consolarme, yo le miré sin fuerzas.
—No sabes lo desesperado que he estado en todo este tiempo, Arden, de solo pensar en que ese loco te tenía, en que podrías estar sufriendo...
—Tranquilo, estoy bien, no puedo morir— le interrumpí casi cerrando los ojos pero él me hizo volver en mí.
—¿Crees que eso me interesa que no puedas morir? Mírate cómo estás.
—Estaré bien.
—Ángel, ya volví— escuché que canturrearon desde la puerta y cuando Thristan se giró para ver, noté que era el Conde.
—No, no, no, Thris, vete, sal de aquí rápido, por favor— le pedí aterrorizada.
—¿Pero, por qué mandas a nuestro invitado a salir?— preguntó con una sonrisa y en un santiamén se acercó a nosotros.
El Conde agarró a Thristan por el cuello pero él se defendió y nunca le había visto así. Sus ojos se volvieron completamente negros y sus dientes puntiagudos como los de... No sé ¿Un tiburón? Y ni hablar de las uñas, se volvieron garras enormes cubiertas por gruesas escamas que desgarraban arduamente al maldito del Conde. El mencionado cayó al suelo pero se curó al instante, yo estaba atónita ante lo que veían mis ojos, no sabía que pudiesen tomar esa forma.
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Arden (Dark Angel II)
Fantasy¿Qué pensarías si hubieses vivido más de un siglo sin poder amar? ¿Sin sentir en absoluto ese sentimiento por nadie? Arden ha vivido así durante más de un siglo, está condenada a vivir sin poder amar a nadie, ni familia, ni amigos y mucho menos cua...