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Mackenzie vive en una vieja casa a las afueras de Madrid, bajo las ordenes de un respetado vendedor de vienes raíces pero nadie sabe lo que pasa detrás de esas puertas.
Con un pasado tormentoso, Mackenzie trata de...
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BLAIR
Dos días habían pasado desde el viaje a la cuidad, dos días desde que Mac había sido detenida por esa gente, dos días en los que me encontraba en el sótano en compañía de las ratas.
El fracaso en el plan de la cuidad fue la gota que derramó el vaso para que la locura de Frederick se desatará. En estos dos días habían pasado demasiadas cosas, todo en la casa estaban con temor de encontrarse frente a frente con Frederick y no los culpaba, hasta ahorita toda su furia estaba dirigida a Daniel y a mí.
Flashback
—Camina—El dolor en mi brazo por la fuerza que se le estaba ejerciendo estaba llegando a un nivel insoportable. Mañana tendría un gran moretón.
Traté de ir lo más rápido que mis pies me lo permitían pero se me era imposible ir al ritmo de las largas piernas de Frederick.
La puerta de la entrada de la casa fue azotada después de haber pasado por ella, todos se dieron cuenta que era peligroso estar cerca por lo que de manera rápida se alejaban dejando los pasillos vacíos.
—¡Killian! ¡Gabriel!—Gritó a todo pulmón—¡Malditos inútiles dónde mierda están!.
Pasos apresurados se escucharon por las escaleras hasta que ese par se encontraban frente a nosotros. Sus rostros eran de miedo puro, podía jurar que estaban a punto de desmayarse, en otras circunstancias me habría reído pero en este momento yo estaba peor.
—Vayan por Daniel y lo llevan al lado trasero de la casa y después los quiero en el sótano en 20 minutos exactos, ni un minuto más ni un minuto menos. lárguense—Gruñó Frederick.
Como dos fantasmas desaparecieron dejándome a solas con el diablo en persona. Jalándome del brazo me llevó hacía la puerta cerca de la cocina donde estaban las escaleras al sótano.
El lugar era horrible no solo porque estaba oscuro y sin ventanas sino porque nadie bajaba aquí por lo que el lugar era un completo asco.
—Te quiero de rodillas—Demandó.
—Pero...
—¡Te dije que de rodillas!—Me interrumpió.
Al ver que no novia ni un músculo me tomó por el cabello y con fuerza me aventó al piso, mis manos evitaron que mi rostro se llevará un buen golpe pero antes de cantar victoria al momento en que estaba tratando de pararme su pie impactó en mi estómago y parte de mis costillas sacando todo el aire de mis pulmones y tumbándome de lado. El segundo golpe hizo que el dolor me provocará que la vista se me nublara y las lágrimas salieran sin control mojando mis mejillas. Me sentía como un moretón andante.
—Eso es para que aprendas que lo que yo digo se hace—Diji antes de escupirme—Aquí eres solo una puta más así que no olvides tu lugar.