15 de abril de 2019

3 2 0
                                    

Un año y cinco meses después de haber asesinado a su mujer y haber hecho nacer a su hija, Marcus estaba muy orgulloso de lo que estaba logrando.

La niña iba muy adelantada para su edad, mientras que había niños que a duras penas conseguían quitarse los zapatos o una chaqueta, Lucy era capaz con 17 meses de vestirse ella sola, aunque se le resistieran los botones. Marcus le había enseñado tanto a ser independiente que en cuanto llegase a la cocina sabría hasta cocinar ella sola.

Le encantaba hablar, sobre todo cuando era con su padre sobre alguna víctima, con las que había tenido contacto desde que era capaz de gatear. Marcus se había empezado a llevar el trabajo a casa, mataba en el sótano y después se deshacía del cadáver, y sus hijos tenían total libertad dentro de la casa, pero mientras que Seth prefería evitar aquellos baños de sangre, Lucy disfrutaba de garabatear en el suelo y las paredes con los dedos, usando de tinta la sangre que perdían los cuerpos.

Pero de lo que más se enorgullecía Marcus era de lo violenta que era su niñita, quien había llegado a romperle la cola al gato de un vecino. El poco tiempo que pasaba jugando con su hermano se divertía mordiéndolo o arañándolo, le gustaba estirarle del pelo hasta que le hacía gritar y solo entonces era cuando paraba para poder reírse a gusto, y Seth no impedía eso. Creía que era cosa normal en bebés, y que poco a poco se le olvidaría, pero no se daba cuenta de que la realidad era que la niña imitaba a su padre, al cual adoraba y tenía como modelo a seguir de forma inconsciente.

El tiempo de los tres juntos era diferente, era el tiempo que pasaban en el teatro, entre bastidores. Seth ya no servia de ayudante, pero cada día había una mujer nueva sirviendo de ayudante, que tras la actuación salía huyendo por la bestialidad de los trucos, la sed de sangre que se adivinaba en la manera de hablar del mago o, las que no huían con eso, acababan por huir tras ser violadas o torturadas en el camerino, mientras Seth se escondía tras los percheros llenos de ropa y cogía a su hermana con fuerza en contra de su pecho, pensando que si le trasmitía el miedo que el sentía al ver a su padre hacer eso, ella acabaría sintiendo el mismo miedo que él y no querría seguir esa vida.

La diferencia entre Lucy y Setan estaba clara. Él había tenido una madre biológica que lo había querido, había sufrido su muerte, se había encariñado de su madrastra y había vuelto a sufrir la muerte de su figura materna, mientras era entrenado con gritos y golpes, para obedecer y estar callado, sin poder opinar. Ella, sin embargo, no había conocido a su madre, ni a ninguna figura materna o paterna que le hiciese ver que las cosas no se hacen como su padre las hacía, que eso estaba mal y que había que ir por otro camino, ella admiraba a su padre y lo admiraría hasta que se le arrebatase la vida.

¿Cómo crear un asesino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora