—¿Sabes? Yo también cometía errores... Muchos, además, sobre todo cuando se trataba de mi hijo, uno de esos errores salpicó a mi novia incluso. —Marcus hablaba calmado mientras miraba el filo brillante del cuchillo.
Su oyente no estaba tan calmado, atado tal cual estaba de pies y manos, uniéndose las ataduras de sus extremidades mediante una cuerda entre ellas y a su cuello, haciendo que si intentaba retorcerse para huir, sus propios movimientos lo asfixiaran.
Marcus había intentado ser padre y pareja ejemplar desde aquel accidente en el que atacó a Seth y dañó a Irene, pero claro, todo tenía que salir, ahora su válvula de escape era contar a sus víctimas su preciosa vida para después matarlas como había imaginado durante todo el día que mataría a su hijo.
Se giró a mirar a su víctima al no obtener ninguna respuesta, al verla no pudo evitar soltar una carcajada que resonó en aquella estancia tan lúgubre.
—Había olvidado que te había cosido la boca... Sí, hoy el pequeño Setan ha llorado mucho, tenía tantas ganas de coserle la boca para no oírlo más. Su madre dice que es normal que llore ahora, es de dientes lentos y le han empezado a salir ahora, con once meses, ¿Te lo puedes creer? —Mientras divagaba se iba acercando poco a poco a aquel hombre que nada malo le había hecho a su verdugo.
Los delitos de aquel hombre eran menores, no había llegado a hacer daño a ninguna persona, pero era suficiente para que entrase en el radar de delincuentes y Marcus decidiera quedarse con el poco mercado que tenía ese hombre para, poco a poco, tener él todo el poder de esa pequeña ciudad.
Colocó el cuchillo en la garganta de su víctima, justo bajo la nuez, y no necesitó clavar el cuchillo para que una pequeña gota de sangre resbalase junto a las de sudor, el propio miedo de aquel hombre le hizo tragar de forma más escandalosa, clavándose así la punta del cuchillo.
Marcus ladeó la sonrisa al ver como suplicaba piedad con los ojos, aguantando las lágrimas por orgullo, no queriendo morir. El cuchillo fue bajando, cortando la ropa de aquel hombre, puede que así la policía pensase que había sido víctima de la perversión de algún desequilibrado sexual, tal vez incluso pensaran que había contratado a una prostituta que se dedicase a matar a sus clientes una vez le hubiesen pagado para no tener que acostarse con ellos.
Cuando el cuchillo se clavó, el futuro cadáver soltó un grito de dolor que le desgarró la boca por no haber roto los hilos, sus labios eran más débiles que el hilo quirúrgico que había usado para la costura.
Movió el cuchillo lentamente por el estómago de aquel hombre, buscando que se desangrara en poco tiempo, disfrutando de aquellos alaridos de dolor que se apagaban según se le escapaba la vida por la boca, recordándole al sonido de un gato atropellado.
Dejó el cuchillo enterrado en aquella masa de carne, huesos y tendones para alejarse lentamente y disfrutar de aquella obra de arte que había creado. Sacó de su bolsillo trasero la agenda en la que había apuntado aquel crimen tan perfectamente imperfecto y, usando su dedo, recogió algo de sangre y la usó para dibujar una cruz en las hojas garabateadas con el delito.
Salió de allí para dirigirse a casa y cambiarse, se sacó las pocas pertenencias que tenía de los bolsillos y las dejó en el mueble junto a la puerta para ir directamente al baño del piso de abajo, donde abrió la ducha con agua caliente para que el vapor ayudase a que las manchas de sangre se despegasen de la ropa que se quitaba y fuesen más fáciles de lavar. Se metió bajo el chorro de agua caliente pensando en lo que acababa de hacer, recordándolo por última vez antes de dejarlo marchar junto a su ira, arrastrado por el agua que caía sobre su cabeza.
Escuchó como Seth empezaba a llorar en el momento en que terminaba de ponerse el pijama y salió corriendo del baño para ir a su habitación y cogerlo en brazos, calmándolo, susurrándole cosas para que volviera a caer rendido.
La imagen que tuvo Irene al entrar en esa habitación le chocó. Aún medio somnolienta juraba en su mente por haber encontrado la cama vacía, pensando que Marcus había salido una vez más a matar después de prometerle al día siguiente de aquel percance que no lo haría más, encontró algo enternecedor. La luz de la luna se colaba por la ventana, recortando la silueta de su pareja aupando a su hijo, bamboleándose levemente imitando el movimiento de la cuna.
Cuando Seth volvió a su cuna Irene se acercó desde atrás a Marcus para abrazarlo por la cintura y besarle la espalda, feliz de llevar tres meses sin incidentes, feliz de que, según ella creía, Marcus no había hecho nada ilegal.
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¿Cómo crear un asesino?
Narrativa generaleNaces. Creces. Trabajas. Mueres. Un ciclo sencillo que dura de media 80 años, pero ¿Y si alguien acelera el proceso? Naces. Creces. Trabajas. Te matan. Esta es la historia para saber cómo crear a esas personas que aceleran el proceso. ...