Inicio de la desgracia

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Finalmente el día había llegado.

El día que Matsuzo y Matsuyo habían soñado durante tanto tiempo había llegado por fin. El día del nacimiento de sus hijos.

Matsuyo fue internada en el hospital cuando los primeros síntomas de parto se manifestaron, dejando a su marido preocupado a muerte. Se sentía nervioso, sus manos sudaban sujetando con fuerza la mano de su esposa que claramente estaba agonizando de dolor. Doctores y enfermeras iban y venían empapados de sangre, de la sangre de su esposa, mientras que el doctor dictaba ordenes con claro nerviosismo al mismo tiempo que recibía un bebé trás otro en sus manos, casi creyendo que nunca tendría fin.

Los bebés lloraban a más no poder dejando aturdido a Matsuzo, ¡Eran seis! Estaba tan feliz que ignoro por un momento el estado de la fémina totalmente agotada, hasta que una enfermera le pidió que abandone la habitación y el monitor cardíaco comenzaba a hacer un escándalo. Él, confundido, acató las indicaciones y salió a la sala de espera mientras se repetía a si mismo una y otra vez que todo iba bien, Matsuyo era fuerte y siempre fue sana, estaba bien. Pronto iban a ir a casa y cuidarían de sus seis bendiciones.

Con ese pensamiento en mente, se tranquilizó un poco mientras esperaba que el doctor saliera a darle las buenas noticias. Imaginaba el futuro brillante que le iba a dar a su hijos con su amorosa esposa, iban a crecer y ser unos grandes y exitosos hombres, mientras que él y su amada envejecerían juntos. Serían felices. Solo les esperaba felicidad, ¿Verdad?

Sin embargo todas sus ilusiones y esperanzas fueron destruidas cuando el hombre de blanco salió e informo de la trágica muerte de su esposa.
Murió por la pérdida de sangre y el sobre esfuerzo que hizo al parir, mas los bebes estaban sanos. Matsuyo hizo un buen trabajo para mantenerlos a salvo. Era una madre ejemplar.

Ahí fue cuando su mundo se desmoronó, el amor de su vida había desaparecido ¿Por que tenía el derecho de vivir y ella no? Esa noche maldijo a dios, a buda, a cualquier ser celestial que no le dio oportunidad de disfrutar una vida pacífica con su amor, maldijo a la naturaleza e incluso maldijo a sus hijos.

Pequeños recuerdos de todo lo que hizo con su esposa llegaron a su memoria, esos magníficos momentos, cuando creían que podrían tener una vida normal, 2 o 3 hijos a los que cuidarían con amor, que por muy difícil que sea, ambos superarian cualquier muro que les impusieran.

Ahora, sin ella, ¿Cómo se supone que cumpliría aquellos anhelos?

No sintió que aquellos recién nacidos valieran lo mismo que su amada, no, ella no debió morir solo para darles vida. No debieron planear eso en primer lugar, no debió aceptar que ella no quisiera abortar, tuvo que convencerla, no quedarse de brazos cruzados permitiendo que la vida se escapara de su cuerpo, todo era su culpa...

Si tan solo... Si tan solo no hubiera permitido que esas cosas nacieran, quizás, no, ella estaría a su lado.

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Colaboración con Sweet_Fail

Disfruten.

Hitsuyō - Osomatsu-sanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora