CAPÍTULO 19: "ES DIVERTIDO ESTAR CONTIGO"

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Elena estaba observando mientras Rodion retiraba la corteza de un sándwich de un aspecto delicioso.

-Eres un artista... -Declaró, apoyando ambos codos en la encimera.

El alto sueco le lanzó una breve mirada.

-No es más que un sándwich, señorita...

-Llámame Lena... -Sonrió-, Y sí, lo es, pero yo siempre hago las cosas deprisa y corriendo...

En realidad, con frecuencia se olvidaba de comer hasta que su estómago se lo recordaba. Ésa era una de las cosas más peculiares e irresistibles de estar en compañía de Julia; podía tomarse su tiempo y esperar mientras su chef, de renombre mundial, le preparaba un sándwich, y luego disfrutarlo con tranquilidad.

-Cocinar proporciona cierta paz, ¿verdad?

Rodion sonrió.

-Creo que tú también puedes ser una artista... -Le entregó el plato de porcelana y sacó una lata helada de refresco de la nevera de las bebidas-, La mayoría de los invitados de la señorita Julia no saben dónde está la cocina, mucho menos se fijan en que se les quita la corteza...

-Ellos se lo pierden, todo está en los detalles...

Armada con el almuerzo se dirigió arriba. Natasha tendría bien merecido que regresara a la oficina y se lo comiera delante de ella, pero necesitaba pensar y por ello se encaminó hacia la biblioteca. Estaba un piso más arriba y a media ala de distancia de la oficina, pero según Rodion, aquél era uno de los recorridos más interesantes de la casa.

No sabía si Oleg adquirió personalmente las piezas de su colección o si encomendó el trabajo a otros subordinados, pero la miscelánea resultaba ecléctica y fascinante a un mismo tiempo. No quería imaginar qué otros tesoros contenía el resto de la residencia. Era una lástima que jamás fuera a verlos, puesto que el único modo de hacerlo sería cometer un robo, y no tenía intención de volver a robar nada que no fuera suyo.

Un mosaico romano, que adornaba la pared en tonos rojo, azul y amarillo, serpenteaba a lo largo de parte de uno de los pasillos. Pasó con cuidado un dedo por la delicada cerámica, asombrada ante la idea de que los ciudadanos de Roma hubieran caminado por ella cuatro mil años atrás. A continuación se veía un muestrario de monedas romanas detrás de un cristal protector, seguido por un expositor de lanzas y cascos romanos.

Se preguntó cuan significativo sería que la mayor parte de lo que Oleg había coleccionado hubiera pertenecido a guerreros: caballeros, centuriones, samuráis, conquistadores. El mismo era una especie de guerrero en el mundo de los negocios, supuso, y a juzgar por la calidad y cantidad de sus posesiones y conquistas, era el equivalente en el siglo XXI de Alejandro Magno o Genghis Khan.

Lena se detuvo en la puerta de la biblioteca.

-¡Esto es increíble! -Murmuró.

Una pared entera albergaba una cristalera que iba del suelo al techo. Las tres restantes estaban cubiertas de libros, con más anaqueles flotantes, espaciados a intervalos por toda la estancia. Incluso tenía una mesa de tamaño universitario a un lado y, por supuesto, bustos clásicos de mármol de deidades griegas en el extremo de los estantes. Si hubiera estado de humor para cometer un robo, el material que allí había la habría dejado extasiada. Incluso ejerciendo la restricción adecuada, se le había puesto la piel de gallina.

Dejando el almuerzo sobre la mesa, se fue a echar un vistazo. Los contenidos de los estantes eran aún más impresionantes que los bustos. Primeras ediciones de todo, desde Twain a Stoker, e incluso tenía un primer tomo de "La Tormenta" de Shakespeare amparado tras un estante acristalado.

LADRONA DE CORAZONES [tATu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora