CAPÍTULO 5: "¿ESTÁ AQUÍ PARA MATARME?"

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-Esto es absurdo... -Dijo Julia, al colgar el teléfono tras su conversación con el jefe del Departamento de Policía-, Han pasado dos días y siguen diciendo que tienen algunas pistas, pero nada que puedan contarme...

-Lo cual sería cierto... -Polovna observó a Julia pasearse desde el extremo más distante del escritorio.

-Salvo que tienen a Iván Fradkov bajo vigilancia... -Julia echó un vistazo al fax que Natasha le había entregado-, Y una casa que han comenzado a buscar esta tarde. A mí me parece que eso es significativo...

-Es algo. Pero, dado que la casa es propiedad de una tal Olga Akulova que, al parecer, falleció en 1977, supongo que no están muy seguros de lo que sucede.

-Quiero ir allí... -Dijo Julia-, A esa casa... -Se fue hasta el armario de los licores en busca de un coñac al tiempo que se frotaba la sien. El doctor Kozov le había dicho que posiblemente tuviera una conmoción cerebral leve, pero imaginaba que a estas alturas el dolor de cabeza se debía en igual medida a la frustración.

-No puedes. Todavía no estamos al corriente de eso de modo oficial. Y, por el momento, sólo puedo presionar, Julia, aun utilizando tu nombre...

-Detesto no saber qué está pasando. Y, a pesar de lo que piensen los demás, ella no actuó...

-¿No actuó como una asesina? Eso ya lo has dicho, pero tu trabajo no es decidir eso... -Natasha se aclaró la garganta, descruzó sus largas piernas y se puso en pie-, Me preocupa más que la policía quiera que te quedes aquí... -El ceño de Julia le hizo esbozar una sonrisa-, Quiero decir que me gusta tenerte aquí, aun de ésta manera, pero mantenerte en un lugar mientras las cosas explotan no hace que me sienta tranquila...

-A mí tampoco...

-¡Ja! A ti te encanta estar metida en medio de todo esto...

Julia le miró.

-Cierto o no, me gustan las resoluciones...

-Le haré otra llamada a la senadora Billeskova, puede que consiga algo...

-Presiónala o lo haré yo.

-No, no lo harás porque estás ocultando tus intenciones y cooperando con las autoridades en este asunto. Yo soy la abogada. Se supone que tengo que ser desagradable...

Polovna se marchó, y cerró la puerta al salir. Pero Julia siguió paseándose de un lado a otro. Odiaba que le manipulasen, aun si se trataba de una amiga como lo era Natasha. Las estupideces serviles del departamento de policía resultaban simplemente insultantes. Suponía que podría considerarle sospechosa según la extraordinariamente inteligente imaginación de alguien, pero, en realidad, era probable que quisieran que se quedara en la ciudad porque su presencia mantendría a los medios interesados y convencería al departamento de seguir pagando las horas extras a los investigadores. Mientras que aquello sirviera para que alguien localizase a la señorita Galina, aguantaría... por ahora.

Se dispuso a tomar otro trago de coñac y se detuvo cuando el tragaluz situado en el centro del techo vibró y se abrió. Con una elegante voltereta que parecía mucho más fácil de lo que debía ser, una mujer se introdujo en su oficina. La mujer, advirtió, dando un paso atrás de modo reflexivo.

-Gracias por deshacerse de su compañía... -Dijo con voz suave-, Me estaban dando calambres allí arriba...

-Señorita Galina...

Ella asintió, manteniendo sus ojos verdes clavados en sus ojos azules, caminó hasta la puerta y le pasó el seguro.

-Usted y yo necesitamos hablar...

-Quiero respuestas... -Julia la miró lentamente de arriba abajo, los músculos de su estómago se contrajeron y no debido al temor pues las manos enguantadas de Elena estaban vacías, igual que lo habían estado la otra noche, y esta vez ni siquiera llevaba una pistola de pintura o un morral. Vestía un traje negro que se adhería a su esbelta figura y cubría su cabellera.

LADRONA DE CORAZONES [tATu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora