EPÍLOGO

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Dos semanas después, Elena iba junto a Julia en el auto mientras pasaban por delante de inmensos prados, granjas y robledales. Nunca había visto aquella parte de Inglaterra. Parecía tan apacible y hermosa, muy semejante a Julia Volkova.

-¿Partino accedió a testificar en contra de Mikjail? -Preguntó mirando a la pelinegra mientras cruzaban un antiguo puente de cuatrocientos años de antigüedad.

-Dijo que lo haría...

-¿Servirá de algo?

Julia se encogió de hombros.

-De acuerdo con las autoridades, lo único que sabe de cierto es que Mikjail estuvo dos días en Moscú durante la semana pasada...

-Tiempo suficiente para matar a Etienne y conseguir la estatua...

-Alquiló un BMW...

-El que vimos en la autopista... -Había estado cerca.

Julia asintió.

-La mayoría es circunstancial, pero todo va encajando. Y se están esforzando para buscar pruebas que le incriminen respecto a la muerte de papá... -Suspiró-, Sólo espero que tú no tengas que testificar, si el abogado de la defensa te sube al estrado...

Elena se estremeció.

-Pues iré al infierno por mentir bajo juramento...

Julia la miró llena de preocupación. Había lucido con demasiada frecuencia aquella expresión durante las dos últimas semanas, incluso después de que ella lograra salir del hospital y volver a su apartamento de Londres.

-No llegaremos a eso, estoy segura de que puedo conseguir una casa en algún país donde no tengan acuerdo de extradición con Rusia...

Elena hizo un esfuerzo por sonreír.

-Es bueno saberlo...

Permanecieron algunos minutos en silencio.

-Justo ahí arriba, a la izquierda... -Dijo Julia de pronto, señalando en aquella dirección.

Subieron una pequeña colina y entonces lo vio.

-¡Esto es impresionante!

Una subida de verdes y ondulantes colinas bordeaba a ambos lados un enorme lago rodeado de robles y sauces. En medio de todo ello, sobre una suave ladera de hierba, se alzaba un castillo. Era el único modo de describirlo. Desde su planta se veían un centenar de ventanas, con capiteles en forma de aguja en cada escuadra del edificio y un camino de entrada circular al frente, con enormes columnas apostadas delante de una amplia escalinata de granito.

-Bonito, ¿verdad? -Preguntó, sonriendo de oreja a oreja.

-Parece el Palacio de Buckingham... -Respondió.

-Ni por lo más remoto...

-¿En serio lo vas a comprar?

Asintiendo de nuevo, Julia tomó la carretera principal, y se dirigió por el angosto y serpenteante camino desde el que se atisbaba la casa a través de soleadas hojas y sinuosos entramados de hiedra.

-En realidad, ya lo compré... -Sonrió-, Este será nuestro hogar...

Por segunda vez en su vida, quería llorar. No de tristeza, en esta ocasión, sino de felicidad. Era una experiencia nueva. "Hogar" Elena nunca había tenido uno. Sereno y seguro hogar. Le aterrorizaba, pero deseaba intentarlo. Estiró el cuello para conservarlo en su campo de visión.

-¿En serio, Julia? Es magnífica... -Gritó emocionada-, No querría marcharme nunca...

Frunció el ceño tan pronto hubo terminado de hablar. No conseguía recordar cuándo se había sentido tan segura, tan relajada, como se había sentido durante las dos últimas semanas. Cuatro, si contaba con el interesantísimo comienzo de esa extraña relación.

Julia tan sólo señaló un pequeño grupo de ciervos en uno de los claros.

-Me alegro de que te guste... -Se aclaró la garganta-, He intentado comentarte algo y ahora parece un momento tan bueno como otro cualquiera...

Elena se puso tensa.

-Yo también quería decirte algo...

Julia la miró brevemente.

-De acuerdo, tu primero...

-He estado hablando con Iván y hemos pensado en retirarnos...

-¿De veras?

-Sí... -Se aclaró la garganta-, Vamos a montar un negocio, una empresa de consultoría e instalación de seguridad...

Julia condujo en silencio durante largo rato. Finalmente, sin embargo, una lenta sonrisa curvó su boca.

-Pues es una suerte para mí, iba a decirte que me gustaría que revisaras la seguridad de todas las propiedades que están a punto de ser vendidas. Me han dicho que no sirven para nada... -Julia se echó a reír al sentir un puñetazo en su hombro izquierdo-, ¡Es broma! Sabes que me encantaría tenerte siempre cerca...

-¡Más te vale! -Masculló-, Aunque pensándolo bien... -Meditó-, Sí, puedes contratarme...

Julia enarcó una ceja.

-¿Tengo que pagarte?

-Te haré un buen precio...

-Eso espero... -Tomó aire-, Hay algo más que debes saber...

-Julia, yo...

-Calla... -Intervino sonriendo-, Es mi turno...

La pelirroja se cruzó los brazos sobre el pecho, simulando que mantener una conversación íntima con la morena ya no la ponía nerviosa.

-Está bien...

-Como iba diciendo, dado que gran parte de la colección ahora ha ido a parar a manos de otra gente y algunas de las cosas que quedan se han devaluado debido a que nadie puede verificar si son o no auténticas, me gustaría comenzar de nuevo... -Le lanzó una breve mirada-, Y me gustaría que me ayudaras con eso, si crees que dispondrás de tiempo...

-Así que tratas de asegurarte de que me vuelva honrada...

-Elena... -Julia sonrió ampliamente.

-¡Bien!

Cruzaron las rejas que daban paso al largo y semicircular camino de acceso a la parte frontal de la casa. A corta distancia, era todavía más enorme y más hermosa aún.

-¿Elena?

-Estoy pensando...

-No pienses, sólo di que sí o di que no. De esa forma, es muy simple... -Estacionó el auto y quitó la llave-, Voy a regalarte el Bentley, pase lo que pase... -Esbozó aquella preciosa sonrisa suya, aquella que hacía que a Elena le flaquearan las rodillas.

-Ya te he dicho que no... -Masculló-, No me gustas por tus cosas...

-Mi novia no conduce autos robados... -Bromeó-, Ése es un límite que no estoy dispuesta a cruzar...

Elena se acercó y la besó, larga, lenta y profundamente.

-Sí... -Murmuró-, Creo que algo se me ocurrirá en mi tiempo libre...

-Bien... -Le devolvió el beso-, Bien... -Le sonrió, luego se desabrochó el cinturón de seguridad-, Vamos, quiero que conozcas el lugar... -Bajó del auto y se dirigió al otro lado para abrirle la puerta.

Julia la tomó de la mano, y juntas subieron los bajos escalones de granito negro que llevaban a la puerta principal. Las puertas se abrieron cuando llegaron al pórtico bajo las columnas y un hombre alto y delgado las recibió con una reverencia.

-Bienvenidas a casa... -Dijo muy pausadamente Rodion.

Elena se detuvo, Julia le sonrió y la tomó de la mano.

-Bienvenida a tu nuevo hogar Elena...

FIN

LADRONA DE CORAZONES [tATu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora