Capítulo 11: "No darle importancia a Kang"

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Varios días después – En el departamento

—No mamá, no voy a hacer eso —era viernes por la tarde y Irene se estaba preparando para recibir a sus amigos en el departamento. Llevaba varios días sin verlos y a Joy y a ella se les había ocurrido invitarlos para pasar el rato. Por eso, mientras Wendy terminaba las cosas en la oficina, la castaña se dedicaba a preparar varios bocadillos, ordenar un poco el lugar, y mirar cada dos por tres la puerta para ver si Seulgi se dignaba a aparecer, entre otras cosas. Estaba a punto de empezar a preparar aperitivos cuando su madre llamó y ya llevaba más de media hora conversando con ella.

Tanto su madre y su padre estaban al tanto de todo lo que había pasado con Seulgi y si bien su padre se mantuvo al margen de todo opinión, Marie se había vuelto la bandera de la pelinegra.

—He dicho que no, madre —usaba términos que demostraba su falta de paciencia con el tema —. No quiero hablar con Kim, así como se ve que a ella no le interesa hablar conmigo. Y lo digo porque evidentemente está evitándome. Desde que la vi en su estudio no hemos vuelto a hablar, solo compartimos el domingo que fuimos a ver a Jennie y... —se ve que cuando nombró a la niña, su madre dijo algo —¿Recibiste la foto que te mande? ¿Viste que hermosa que es? —una sonrisa aparecía en el rostro de Irene —. Si vieras lo celosa que se puso Seulgi cuando Titi vino corriendo a abrazarme primero, juro que todas sus caras son adorables... —ups eso se te escapó castaña —. No las de Seulgi, no mamá, las de Jennie —suspiró y se aplaudió internamente por su inteligente salida —. Por supuesto que le di el regalo que tú y papá mandaron, pero la hermana Ana no quiere que hagamos tantas diferencias con los otros niños, así que la próxima vez acuérdate del resto —se habían ganado una gran reprendida por llevar regalos a parte solo para Jennie —. Si mamá me acordé, pero no le puedo pedir a las monjas que recen para que papá tenga que dejar de tomar la pastillita azul y recuérdame mandarte el cheque de mi terapeuta —no es una conversación que una quiera tener con su madre.

Irene suspiró ante la próxima pregunta.

—Te dije que no hemos hablado, Seulgi se la pasa afuera de casa, cuando llega se encierra en ese maldito cuarto que tiene y no sale hasta que todas nosotras estamos acostadas. Cuando me levanto duerme plácidamente —su boca hizo una mueca divertida. 

Se estaba haciendo una costumbre para la castaña, desayunar mirando a Seulgi dormir. La pelinegra tenía millones de poses y para colmo estaba inundada de almohadones, de hecho más de una vez a la castaña le pareció que uno de estos se había metido entre las piernas de la pelinegra y tanto a ella como a la bailarina, tonteaban imaginando que el supuesto almohadón era un súper pene que Seulgi ocultaba. Una sola vez cuando Wendy también vio al almohadón ocupando ese lugar, Tiffany alcanzó a escuchar que la morena murmuró "Lo único que falta, la rarita con un rarón entre sus piernas". Las tres rieron tapándose la boca para no despertar a la pelinegra.

—No mamá, y es la última vez que quiero que me pidas lo mismo, no voy a intentar hablar de nuevo con ella, ni tampoco quiero saber más nada de su vida. Si las cosas siguen así, esta situación va a durar menos de lo que pensaba —al parecer todo iba bien en la inversora —. Así que chau este departamento y chau Kang —afirmó sintiendo como alguien golpeaba la puerta —. Bueno mamá, tengo que dejarte, ad... Sí ya te he dicho veinte veces que las tres vamos a estar en tu mega fiesta aniversario —Irene giraba los ojos mientras le abría a sus amigos y los hacía pasar haciéndole señas de que estaba con su madre al teléfono —Sí madre, ya reservamos los pasajes, dile a papá que los quiero. Adiós —fin de la conversación y un largo suspiro para la castaña.

Irene se recostó un momento durante la puerta y con su mirada en sus ruidosos amigos se abstrajo por un momento a sus pensamientos. Claramente la misión "dejar de darle importancia a Kang" estaba fallando, desde que habló por última vez con la tatuadora que no había podido sacársela de la cabeza. Incluso había tratado quedarse mil veces a solas con la pelinegra, pero era prácticamente imposible, solo Jennie hizo que se juntaran y durante el tiempo que compartieron solo hablaba Tiffany con Jennie o la pequeña con Seulgi, la pelinegra esquivaba hasta la mirada de la empresaria. Ay Dios, como extrañaba Tiffany ese mirar, torcer y abrir.

No soy para ti (SEULRENE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora