20: La sortija

1.4K 251 24
                                    

-Me enteré de que el carpintero de Joep nuevamente está haciendo calesas -le dijo Yani a Lieke mientras cabalgaban a paso lento hacia el pueblo-. No la imagino el día de nuestra boda yendo sobre Cinnamon ante el juez.

-Sería algo bastante peculiar, pero no del todo malo.

Después ambos enmudecieron, y no se escuchaba más que el traqueteo de los caballos sobre el suelo pedregoso. Ese silencio no era incómodo, todo lo contrario, parecían dos personas que se conocían tanto que eran capaces de escuchar los pensamientos del otro. Aunque, ese era solo un parecer.

-Apuesto que su caballo tampoco tiene nombre -dijo ella de pronto.

-No es sano apostar, pero tiene razón, es solo un caballo.

-¿Que los animales no son criaturas de Dios?

-Sí, pero no son personas.

-¿Así los ve usted?

-Sí.

-¿A dónde me llevará?

-Al restaurante del hotel, el único de Holland.

Bastante cansada del trote, Lieke agitó las riendas de Cinnamon al tiempo que hundía los talones en sus flancos y salió a todo galope dejando atrás a Yani, que no le quedó más remedio que seguirla.

***

Al llegar al pueblo, dejaron sus caballos en el establo y caminaron por la avenida principal. Muchos vieron con curiosidad a la pareja por primera vez junta, pero Femke, quien estaba en ese momento en la oficina del comisario, salió a su encuentro cuando los vio venir caminando en su misma dirección.

-¡Es encantador verlos juntos, al fin! -saludó ella con alegría, y con esa sonrisa que nunca abandonaba su rostro.

-¿Cuándo estará listo el vestido de mi futura esposa, Femke? -preguntó Yani, respondiendo de esa forma el saludo de su amiga.

-En una semana, Yani.

-¡¿Y, a qué se debe tanto apuro?! -preguntó desde la puerta, Ted, quien al escuchar las voces se asomó para ver quién era.

-¡Ted, ven acá! -ordenó Yani-. Necesitamos un juez para que nos case a Lieke y a mí, lo más pronto posible -agregó cuando lo tuvo cerca.

-Eso puede tardar un par de semanas. Como bien sabes en Holland no tenemos uno, y tendré que enviar un telegrama a Michigan, y si es para una boda, no creo que venga muy rápido... Pensé que la boda sería en la iglesia.

-No será de esa forma, sino de esta.

-¿Puedes hacerlo? ¿Pedir un juez pronto? Le ofrecerás mil dólares y un par de mis mejores quesos.

-Estás generoso.

-Es mi boda, Ted. ¿Continuemos, Lieke?

-Sí.

-Lieke, ven a verme para una última prueba del vestido.

-¿Te parece que venga mañana?

-Claro. Tú sabes que temprano es mejor.

-Sí, no te preocupes.

La pareja de despidió y continuó caminando hacia el hotel, pero al pasar frente a la tienda de Joep, Lieke le dio un tirón al brazo de Yani.

-¡Mire, una calesa!

-La vi desde lejos, Lieke. ¿Quiere que pasemos a preguntar si está en venta?

-¡Claro!

Joep estaba poniendo un poco de orden a su tienda, pues ya pronto sería la hora del cierre. Silbaba una vieja melodía holandesa y no percibió a estos clientes de última hora, hasta que Yani carraspeó.

Tulipanes salvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora