Hicieron todo el camino de regreso a casa en silencio, Lieke quería charlar, pero Yani no le daba la oportunidad.
Dentro de su cabeza no dejaban de sonar las palabras de ella: era muy joven. ¿Se sentía engañado? ¿Era tan importante que ella fuera pura, y que él fuera el primer hombre en su vida? ¿Podría continuar viéndola con los mismos ojos que antes de saber que ya se había entregado a otro hombre antes?
-¡Yani!
-¿Sí?
-Te preguntaba cómo dormiríamos.
-Las camas son estrechas, creo que lo mejor es que continuemos cada uno en su cuarto.
Lieke no supo que decir a eso. Yani estaba enojado y no lo culpaba. Había pensado ser totalmente sincera con él, pero ahora se daba cuenta que jamás la aceptaría si conocía su antigua vida. Por el cariño que le comenzaba a tener esperaría un tiempo razonable. Respetaba a Yani, pero no permitiría que él la ignorara. No era para eso que había viajado tan lejos...
***
Cuando llegaron al rancho, Ria los esperaba, observando detrás de las cortinas.
Yani, como presintiendo que era observado, ayudó a Lieke a bajar de la calesa y le dio un beso en el dorso de la mano, luego tomó un brazo de ella y lo entrelazó con el de él. No estaba dispuesto a que su madre se enterara de lo que ocurría entre su esposa y él.
-¿Cómo estás, madre? -saludó Yani con una sonrisa.
-¿Cómo quieres que esté?
-Tenemos hambre. Te quedó algo del desayuno.
-Muy poco.
-Yani, creo que deberíamos tener gallinas -dijo Lieke, intentando participar de la charla-. Tendríamos huevos frescos todos los días. Hay muchas cosas que se pueden hacer con huevos...
-Tendrías que ocuparte tú de esos bichos asquerosos.
-No sería problema, ¿qué dices, Yani?
-Me parece una idea excelente. ¿Sabes hacer buñuelos?
-No, pero Joep tiene unos libros de cocina muy buenos.
-Los americanos comen huevos todos los días en el desayuno.
-Con salchichas.
-Sí.
Lieke y Yani continuaron hacia la cocina, y lo único que pudo percibir Ria fue una pareja feliz y eso la enfureció. Sin embargo, cuando se quedaron a solas, la charla se extinguió tan fácilmente como había comenzado. Lieke prefirió no insistir porque sabía que no era bueno estirar demasiado el elástico.
Luego del desayuno, Yani se fue a ver sus deberes y Lieke se cambió la falda por los pantalones para ir a montar un rato. No se vieron hasta la hora de comer. Ria refunfuñaba diciendo que ya era tiempo que la mujerzuela comenzara a preparar la comida de su esposo, a lo que Lieke respondió que con gusto lo haría, y que al día siguiente compraría un libro de cocina en la tienda.
-Ya que estás vestida para montar, ¿quieres acompañarme al rancho de Braam? Ya es tiempo de que su toro venga a cubrir mis vacas.
-¿Cubrir?
-Bueno, a montarlas.
-¡Ah!
***
El rancho de Braam era más grande que el de Yani. Poseía una casa hermosa de estilo holandés. De lejos se podían ver muchos caballos corriendo en un corral. También se divisaba un establo tres veces más grandes que el del Rancho Waas. Gente, trabajadores probablemente, estaban ubicados en diferentes sitios ocupados en sus quehaceres, y desde la casa, mujeres vestidas con el atuendo tradicional iban y venían. Lieke pensó que si el padre de Yani había llegado hacía tantos años, porque su rancho no se veía tan próspero.
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Tulipanes salvajes
RomanceLieke es una mujer muy joven aún, sin embargo, está cansada de su vida, pero aunque quisiera no podría llevar otra. Lieke es prostituta en la casa de la puerta roja, y no porque le guste, sino porque es la única forma de ganar dinero rápido para sol...