26: Confesiones

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Ted lo miró perplejo, mientras su rostro enrojecía a causa del apretón en su cuello. Yani lo sostenía en el aire, agarrando con firmeza el cuello de su camisa.

-Su... Suéltame... No puedo... respirar.

Finalmente Yani soltó estrepitosamente al comisario.

-¿Estás loco? -le preguntó Ted desde el suelo, masajeando su cuello dolorido.

-¡¿Dónde están?!

-¿Quiénes?

-Halloway y Lieke. ¿Dónde están?

-No termino de comprender.

-Lieke se marchó, y según recuerdo, ese hombre fue a buscarlo una vez.

-A menos que se haya levantado de la tumba para venir a buscarla, lo dudo.

-¿Qué dices?

-Que está muerto. Después de apresar a los cuatreros, se fue detrás de otros hombres más al oeste, pero no corrió con tanta suerte, pues lo mataron.

-¿Estás seguro?

-El sheriff de Sacramento se encargó de repartir la noticia a través del telégrafo para que lo sacáramos de la lista de caza recompensas... ¿Por qué se marchó Lieke?

Sin decir ninguna palabra Yani salió de la comisaría, dejando a Ted intrigado haciéndose preguntas que esperaba que su mujer supiera responder. Cerró la oficina y corrió a casa.

***

Mientras Yani emprendía un largo periplo por los pueblos que estaban camino a Michigan, Lieke planificaba su huida a Nueva York, aunque dentro de sí no estaba muy segura.

-No sé qué pudo suceder entre ustedes aparte de las desavenencias con su madre, cariño, pero creo que deberías hablar con él -aconsejaba Charlotte mientras recorrían el campo de tulipanes-. ¿Estás segura que no lo amas?

-No sé, Charlotte, pero su indiferencia me duele. Además, es mejor que me marche antes que...

-¿Antes de qué? -preguntó Cilla que estaba cerca.

-Que tenga que decirle que era prostituta en Amsterdam.

Tenía que sincerarse con alguien: el secreto la ahogaba y no sabía por cuánto tiempo más podía sostenerlo,

Charlotte se tapó la boca, asombrada, y Cilla le hizo un gesto para que evitara mostrarse tan sorprendida.

-Lo que hiciste en tu vida pasada no cuenta- le dijo la rubia-, lo único que importa es lo que hagas de ahora en adelante. Que decidas llevar otra vida.

-Solo lo hice por necesidad. Mi madre estaba muy enferma, y...

-No importa, cariño -la consoló Charlotte-. Lo que hayas hecho no te convierte en una mala mujer. Se ve que eres una joven decente, pero no sé si tu hombre podrá entenderlo.

-Por eso, me marcharé mañana mismo.

-¡No! -gritó Cilla-. Mañana es sábado y habrá mucha gente en el pueblo. Después el domingo todos van a la iglesia. Vete el día lunes o martes.

-De acuerdo, así lo haré.

***

En tres días, Yani recorrió todos los pueblos que lo separaban de Michigan. Detuvo todas la diligencias que encontró en el camino, con la esperanza de encontrar a Lieke, pero la búsqueda estaba resultando infructuosa.

La última esperanza era la estación de trenes de Michigan. Si ahí tampoco la habían visto, no valdría la pena continuar la búsqueda por ese rumbo y tendría que pensar en ir más al norte, Canadá quizás, o al oeste.

Tulipanes salvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora