6 - Una verdadera virgen -

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Ya había perdido un poco más mi sentido común desde que había estado encerrada en este maldito cubo con el más grande idiota de este colegio desde hace una hora y 36 minutos. Ahora en todo lo que podía concentrarme era en el ruido de mi panza mientras miraba al maldito Pablo comer un paquete de papas fritas que encontró en su mochila. Cada vez que él me metia una papa en su boca era como una tortura para mí.

Yo estaba tratando de no parecer una psicópata mirándolo, ya que él me habia dicho que parecia una loca mirándolo. En realidad, no le entendía para nada el porque le incomodaba, siempre había visto como cuando se encontraba cualquier chica en el pasillo empezaba a alardear y alzar su ego al darse cuenta de que lo veían a él. Quizás estaba por debajo de la menor escala de popularidad como para ni siquiera merecen una sonrisa, o un gesto amable viniendo de el.

Seguía sin saber porque me importaba tanto si Pablo me sonreía o no, todavía más cuando me había estado tratando tan mal. Dios, necesito algo interesante en mi vida.

- ¿Sabes que Marizza? - dijo Pablo con su boca llena de comida.

Gruñí levemente mientras mi panza rogaba por comida. Bueno, era eso o las mariposas que sentí al escuchar a Pablo decir mi nombre. Me gustaría pensar que es por la comida.

- ¿Que? - repondi mientras giraba a verlo pero evitando hacer contacto visual. Pablo había pasado la mayor parte del tiempo con su espalda recarga en la puerta. Yo solamente decidí quedarme en el piso, mis piernas no eran tan fuertes como para permanecer tanto tiempo de pie.

- Aprendí algo hoy. - dijo Pablo mientras movía un poco su cabeza. - Aprendí que a veces soy un asco tratando a la gente. ¿Crees que soy una mala persona?

Me tardé un poco en comprender lo que Pablo acaba de decir, mientras me cuestionaba si había escuchado bien. Estaba en shock y no sabía si era porque Pablo se había dado cuenta, o porque se había tardado en hacerlo. En especial por cómo tratar a la gente como yo.

- Bueno...

- No, no respondas eso. Soy una persona genial - Pablo rodó sus ojos y chasqueó la lengua, si, el chico idiota había vuelto.

- Bueno, a veces podés ser muy... - me calle sólo para poder encontrar las palabras correctas. Sé que era un idiota, pero no quería insultarlo.

Pablo alzó sus cejas mientras tiraba su paquete de papas fritas, el cual ya no tenía nada. - Bueno, como sea... perdóname.

Me congele con las palabras que acaban de salir de su boca. No estaba segura de que hacer, y empezaba a ponerme nerviosa ante su repentina disculpa.

Empecé a sonreír lentamente mientras miraba a Pablo, quién simplemente estaba sentado como si me importara muy poco el mundo. - Wow, yo...

- Yo realmente siento el hecho de que me hayas escuchado hablar tanto tiempo de Tomás. - dijo Pablo cortando la pequeña esperanza que había empezado a generar. - Es que es tan irritante y...

¡¿Encerio!?

Sabía que era muy bueno para ser verdad. Yo creí que sí estaba disculpando por ser un completo idiota, pero obvio, eso es muy cliché. Él sólo se disculpa por hablar de Tomás. Fui una estúpida por pensar aunque sea un segundo que Pablo había cambiado, pero bueno por lo menos yo también había aprendido algo hoy, y era que la gente como Pablo no cambiaba a menos que le dieran un puñetazo en la cara.

- Si... - murmuré mientras jugaba con mis dedos.

- ¡Mierda! - gruñó Pablo mientras miraba con rabia la pantalla de su teléfono. Yo ni siquiera estaba segura de querer saber qué pasaba, así que simplemente rodé los ojos sin que él me viera y seguí mirando al piso.

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