10 - Erecciones y Confusiones -

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- Umm, Pablo. -dije mientras trataba de alejarme del cuerpo del rubio, sintiéndome tan malditamente incomoda al sentir algo duro contra mi espalda.

Cerré mis ojos y traté de alejar todos los pensamientos, ni siquiera quería saber que parte del cuerpo de Pablo estaba presionando mi espalda. Había estado encerrada con él antes, pero no es un espacio tan limitado. Traté de moverme a la izquierda, queriendo evadirlo y encontrar más espacio.

- No me estás ayudando, cariño. - gruñó Pablo mientras se movía un poco. Inmediatamente, dejé de moverme y respiré profundamente, sintiéndome tan confundida por lo que había dicho.

- Perdón, sólo voy a moverme un poco más. - susurré, casi olvidando que estábamos en este diminuto espacio por el papá de Pablo, aunque en realidad no tenía ni idea de por que. Me moví ligeramente al lado opuesto de Pablo y como la gran inadaptada que soy, tropecé con una caja de zapatos.

- ¡Por el amor de Dios! Acabó de comprarlos. - gruñó Pablo mientras trataba de recoger los zapatos y se recargaba en mi cuerpo, que por cierto, estaba tirado en el piso.

No me gustaba estar tirada mientras Pablo me usaba como tapete mientras decidía hacer una pequeña limpieza de armario. Intenté levantarme, pero me dí cuenta de que no había manera de conseguirlo sin tirar toda la ropa de Pablo, así que decidí simplemente hincarme sobre mis rodillas.

Miré a Pablo, bueno, lo poco que podía ver en esta oscuridad, él estaba alejando la caja de zapatos de mí mientras gruñía, era obvio que estaba enojado. Bueno, seamos honestos, no era nada nuevo, siempre estaba enojado. Mientras el se movía una vez más, sentí como su pie chocó contra mi rodilla, mientras él caía sobre mí, haciéndome sentir como si mi rodilla se rompiera en mil pedazos.

- Mi rodilla tarado. - gruñí mientras trataba de quitarlo encima de mí.

- Mi jodido cuerpo entero, Marizza. - gruñó Pablo en un susurro un poco alto, pero sin preocuparse por pararse de mi pierna.

- Sólo levántate. - demandé, desdoblando mis rodillas y obligándolo a quitarse de encima.

El suspiró agresivamente mientras se levantaba por completo de mi rodilla, ocasionando que esta crujiera ante el proceso. Después de eso, se echó a mi lado, mientras observaba a su alrededor. Fruncí mi ceñó cuando vi su expresión de horror.

- ¡Mierda! Mira eso. - casi gritó mientras ponía su codo frente a mi cara. Pasé mi vista desde sus masculinos bellos del brazo hasta su codo, el cual... ¿sangraba? Su herida era del mismo tamaño que un grano de arroz.

Resoplé en respuesta mientras de un empujón alejaba su brazo, él seguía observando con horror su diminuta cortada. Yo sólo me disparaba mentalmente, prefería hacerlo, antes que permanecer aquí un momento más.

Esto era raro, era por el hecho de que siempre me imaginé la vida perfecta de Pablo, pero ahora estaba en su casa, encerrada en un armario para evitar a su padre, era muy bizarro.

Me debatía por una pregunta, tenía que hacerlo. Y si iba a estar encerrada las próximas dos horas con el, tendría que saber, por lo menos, por que estábamos aquí.

- ¿Por qué estamos aca, Pablo? - lo miré lentamente. De hecho, podría asegurar que no me contestaría.

- Porque tenemos que. - gruñó mientras seguía observando su codo. Una vez que se dio cuenta de que lo seguía observando, esperando una respuesta de verdad bajó sus brazos y rodó los ojos. - No quiero verlo.

Bueno, siendo sincera no me sorprendía. Pablo lucía tan entusiasmado con la idea de que su padre se apareciera en el juego, pero no lo hizo.

- ¡Wow! Debió haber hecho algo muy grave para que prefirieras pasar tres horas encerrado en el closet conmigo en vez de sólo decirle "hola".- dije, pero me paré rápidamente cuando Pablo me dio una mirada de odio. Bueno, estaba oscuro, pero juraría que pude ver como sus ojos color cielo brillaban de furia y tal vez un poco de tristeza.

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