십오

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Esa noche se veía diferente. Sentado en un rincón abandonado del Clan esperó a que la luna apareciera, pero ni siquiera una mísera estrella se dignó a iluminar la oscuridad del cielo. Sus pies dolían de tanto caminar, recorrió las misma calles hasta el cansancio. Varias veces se sintió tentado de volver al prostíbulo, pero su orgullo pesaba más que la culpa. Durante todo el día había intentado mentirse a sí mismo, convenciéndose de que nada importaba. No importaba si el chico seguía con vida, no importaban las amenazas que le mantenían alerta en todo momento. Era estúpido, lo sabía, y aún así se quedó sentado hasta que el cielo se volvió completamente negro. Salió de su escondite cuando se hartó de que la tediosa voz en su cabeza le reviviera todos los momentos desde que cruzó la barrera, y se echó a andar a paso lento. Pasó delante del prostíbulo completamente vacío, con sus luces apagadas y persianas bajas. La culpa volvió a invadirle, el rostro del chico con los ojos cerrados le perturbó, mas siguió caminando. Muy poca gente andaba por las calles, no había gritos ni música, una curiosa tranquilidad dominaba todo el Clan. Sin dudas, la noche se veía diferente.

Aún faltaba para la media noche, pero no tenía donde ir. Seguir vagando solo lo hacía un blanco fácil, cualquiera podía atacarle sin esfuerzo. Incluso cuando todo estaba en calma, los nervios pesaban en su estómago como una pesada bola de metal. Sus ropas eran casi transparentes, poco dejaban a la imaginación, y por primera vez desde que piso el Clan, se sintió desnudo, vulnerable, solo. Echaba la vista hacia atrás con esperanza de que alguna de las personas que había conocido le dieran una mano, pero a su alrededor ya no había nadie que le ayudara. Estaba completamente solo. La frialdad le cubría el rostro como una máscara, protegiéndole aún cuando la angustia en su interior amenazaba con romperlo en pedazos. Por mucho que quisiera engañarse, solo quedaba una persona, y aunque lo negara, le dolía hasta el fondo del alma saber como todo terminaría. Shownu no debía ser más que una distracción, una escalera por la cual subir hasta lo más alto, pero aún debajo de ese disfraz de indiferencia que tanto le había costado crear, su corazón latía con fuerzas. Con la mirada pegada en el suelo, siguió caminando. Debía dejar de pensar si no quería que la cabeza le explotara en cualquier momento.

Recién cuando estuvo cerca del Código se atrevió a mirar hacía el frente. La gente luchando por entrar, con la música a todo volumen y fumando a cuanto diera lugar quedó en el olvido. Ahora solo quedaban JooHeon y HyungWon que, junto con otros dos hombres, custodiaban la entrada del edificio. Paró en seco, examinándolos. Completamente opuesto, los hombres del Clan parecían sombras, el negro les cubría de pies a cabeza; mientras que a los otros dos, el blanco de sus ropas parecía brillar en medio de la noche. Lucían imponentes con el arma al frente de su cuerpo. Solo una cosa tenía segura, ellos no eran del Clan.

Cuando estuvo a punto de retroceder sobre sus pasos, un movimiento le hizo quedarse. Fue apenas un señal imperceptible por parte de JooHeon, pero bastó para que HoSeok se quedara en su lugar. Cuando sus miradas se conectaron, JooHeon solo asintió con la cabeza y él supo lo que tenía que hacer. Con falsa seguridad se acercó hasta ellos. Sin embargo, cuando estaba a apenas unos cuantos metros de ellos, unos de los de blanco se adelantó, levantando el arma.

- ¡Volá de acá, nadie puede entrar! - más alto que él, hombre gritó mientras le apuntaba con actitud amenazante.

- Nadie va a ir a ningún lado rojito, así que me vas bajando un poquito los humitos- parándose frente al arma, JooHeon le obligó a retroceder. El de cabello rojo le miró con recelo antes de volver a su sitio frente a la puerta. HoSeok tenía su mirada fija en él, por lo que la voz en su oído le sobresaltó. - Shownu te quiere arriba.

Solo se limitó a asentir con la cabeza, ignorando el hecho de que aún era temprano. No le hacía falta mirar la hora para saber que la media noche tardaría varias horas en aparecer. ¿Él sabía que llegaría antes? esa pregunta le daba vueltas en la mientras avanzaba hasta la puerta. Cuando llegó, volvió a detenerse, pero esta vez frente a HyungWon. Bajo la atenta mirada de los hombres de blanco, le apartó el arma de las manos y le besó. Fue un beso húmedo para el cual HyungWon no se resistió en lo más mínimos, aún cuando sabía que los ojos de HoSeok estaban clavados en los del pelirrojo.

The Clan // ShowHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora