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Nessmara

Es de noche y la brisa fresca nos envuelve, finalmente estamos en Los Ángeles, habíamos llegado hace un par de horas y conocería a los chicos hasta mañana. Calum no me había dejado instalarme en su casa, ni siquiera conocerla, solo llegamos a su casa a aventar las maletas y después me había montado en su auto para traerme a este lugar.

El había conducido una media hora para llegar a las afueras de la ciudad, el lugar estaba oscuro y desértico, estábamos casi a orilla de carretera pero se respiraba una calma acojedora.

—Moría por venir a este lugar—.Exclamó y observe como sacaba de su chaqueta un cigarrillo y lo encendía.

Le dio un par de caladas antes de mirarme y ofrecerme.

—No fumo, gracias—.Respondí.

El olor a tabaco me gustaba pero jamás me había atrevido a iniciar con ese vicio, sabiendo todos los riesgos que podría llevarme.

—Entiendo, eres una doctorcita—.Me dijo en un tuno burlón.

La oscuridad no era completa, la luz de la luna y las miles de estrellas hacían que pudiera ver su rostro y en este se dibujaba una pequeña sonrisa.

Respondí con una pequeña risa, si era por eso, mas bien porque sabía los daños.

—Existen muchos miradores, pequeños miradores que en realidad no lo son, pero si prestas atención, puedes convertirlo en tu propio mirador—.Dijo con una voz serena.

Él seguía dándole caladas a su cigarrillo y su mirada parecía pérdida en las luces de la ciudad. Entendía su referencia, este exactamente no era mirador, más bien solo era un pequeño espacio a orilla de carretera, que se encontraba en lo muy alto y nos ofrecía una muy hermosa vista de noche de la ciudad.

—¿Cómo encontraste este lugar?—Le pregunté.

—Paso mucho tiempo aquí, a veces me siento atrapado y quiero salir huyendo, pero como sabrás, puedo salir pero no puedo escapar del ojo público—.Su voz seguía igual de serena, volvió a dar una calada antes de seguir hablando.—Una vez conduje sin rumbo fijo, no sabía a donde ir, estaba anocheciendo y de pronto observé este lugar y lo hice mío.

Observé como tiraba su cigarrillo y lo pisoteaba para después mirarme con atención.

—Al parecer todo lo genial en mi vida lo encuentro sin buscar—.Me dijo con su voz profunda y yo no supe como sentirme al respecto.

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Nos encontrábamos ya en su casa, él había ordenado para cenar unas donas y unas malteadas. El terminó de pagar y coloco la charola donde lo habían traído en su enorme barra.

—Creo que yo seguiré encargándome de nuestra cena—.Le dije a Calum una vez que estábamos sentados.

—Mi ciudad, mi comida, así como tu te encargas allá, aquí yo soy el responsable, además, son las mejores donas y malteadas del mundo.

Abrí la caja mientras bebía un sorbo de mi malteada, estaba muy buena, aunque no estaba segura de lograr beberme toda. Calum por su parte ya llevaba la mitad de su bebida.

—No creo que pueda cenar así todas las tres semanas—.Respondí.

Ambos comimos donas a reventar, tenía razón, si eran las mejores del mundo.

Estaba desprevenida limpiando donde hace minutos habíamos comido cuando sentí sus brazos levantarme con suficiente agilidad por el aire y llevarme corriendo hasta dejarnos caer en su enorme sillón.

—Vamos a ver películas—.Exclamó sonriente.

—Debemos poner reglas sobre evitar levantar a la gente por el aire de forma desprevenida—.Contesté divertida por lo que acababa de ocurrir.

—Pff, aburrida—.Me respondió sacándome la lengua.

Tome un cojín que se encontraba a mi lado y le di un golpe con este en su hombro. Antes de que pudiera regresármelo salí corriendo por su largo pasillo pero evidentemente él era más rápido por lo que repitió su acción volviendo a levantarme del piso y llevarme cargando sobre su hombro hasta su habitación.

Me dejo con suavidad sobre su cama y se fue de la habitación sin mencionar algo.

Ok, eso había sido extraño.

Me levanté de su cama y comencé a caminar al rededor de su cuarto, tenía muchas fotos en cuadros sobre repisas, sobre sus muebles se encontraban sus pulseras, cadenas y anillos, algunos fan art y condones, muchos condones.

Sentí la verguenza invadir mi rostro por lo que me aleje de allí y decidí abrir su ventana, esta daba una hermosa vista hacia un pequeño jardín y en este pude observar a Calum sentado en uno de sus repose hablando por teléfono. No quise actuar más entrometida de lo que ya estaba siendo y cerré la ventana.

Salí de la habitación tratando de ser silenciosa para llegar hasta la sala donde estaba mi maleta, quería ponerme la pijama, mientras caminaba no pude evitar escuchar a Calum en su llamada, había una puerta que daba hacia el patio y de ella se podía escuchar claramente todo lo que decía.

—Si quieres verme, tendrá que ser después de que regrese—.Escuche como resoplaba. —No, no voy a dejarla aquí sola, te veré después del viaje—.Dicho eso Calum colgó la llamada.

Me apresuré a correr de nuevo hacia la habitación para que así no tuviera sospecha alguna de que lo había escuchado.

El entro a la habitación con una media sonrisa.

—hey, ¿quieres que te preste algo para que uses de pijama?—.Me preguntó y solo asentí.

No quería meterme mucho en sus asuntos, o hacerme falsas ilusiones, aunque él había mencionado que salía conmigo, jamás habíamos hablado como tal del tema. Mi mantra era disfrutar mientras durará.

Calum me tendió una playera muy grande y holgada, me llegaba a las rodillas.

—Esto no es tuyo—.Dije riendo, era imposible. La prenda era muy enorme.

—Es un regalo de una fan, la uso a veces para estar cómodo aquí en casa.

Me cambie en su baño y al salir él también ya traía puesta su pijama.

—No creía que guardaras los regalos—.Le mencioné.

Él me miró por un segundo para después seguir buscando lo que sea que este buscando en uno de sus cajones.

—¿Bromeas? Muchas cosas de las que tengo aquí son regalos de ellos—.Siguió revoloteando hasta que sacó unos leggins de su cajón.

—No creo que te quede Cal—.Mencioné arqueando una ceja.

La prenda era más pequeña que su cuerpo.

—Son para ti—.Me respondió al mismo tiempo que me tendía la prenda.

—Yo no voy a usar eso—.Fruncí el ceño.

El me miro burlón.

—Tranquila, son de mi hermana.

Mi expresión del rostro se suavizó y los tome, volviendo a meterme en el baño. Al salir el ya se encontraba debajo del enorme edredón que cubría su cama.

—¿Dónde voy a dormir?—.Pregunté, aunque era obvio que ya sabía que con él.

—Ambos sabemos la respuesta, mejor entra en la cama de una vez antes de que yo vaya por ti.

Me apresuré a entrar debajo del edredón para calentarme, la noche comenzaba a tornarse muy fría, me acomodé sobre mi lado y después sentí sus brazos envolverme, así como desprender su cálido aroma sobre mis fosas nasales.

Nessmara | Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora