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Calum


Los próximos días tenemos la agenda desocupada, antes lo hubiera visto como algo relajante pero últimamente mi nerviosismo estaba llegando a su límite, lo único que me mantenía relajado eran las pastillas que semanalmente me ofrecía Camile.

Estoy en mi apartamento, donde solo veo muebles sin vida tratando de llenar los huecos del recuerdo de ella, enciendo quizá el séptimo cigarrillo del día y trato de concentrarme solo en dar caladas, tratando de evitar pensar, parece que funciona, aunque se que solo es por un rato.

Voy a mi recámara, usualmente evito usarla pero siento mis ojos cerrarse de sueño y por mucho que eluda la necesidad de dormir para no tener que encontrarme con los recuerdos de lo que fue alguna vez su presencia aquí, esta vez estoy cayendo del sueño.

Saco mis ajustados jeans y me tiro a la cama para envolverme con la fría manta, sintiéndome solo, entonces uno de los tantos recuerdos inunda mi mente, para hacerme sentir más miserable.

Estamos recostados sobre la cama, yo me encuentro vestido solo de la mitad hacia abajo, con mi torso descubierto, ella está recostada boca abajo, no lleva nada puesto y veo la perfecta piel de su espalda, algunos mechones castaños caen en ella y me aproximo para estar más cerca de ella y pasar la palma de mi mano sobre su piel tibia, esta inmediato se eriza.

—¿Alguna vez te aburres de viajar a tantos lugares distintos?—.La escucho preguntar, yo sigo trazando círculos sobre su piel.

Me tomo un momento para responder.

No es que me aburra, al contrario, siento que es una bendición este trabajo pero creo que a veces estoy lo suficientemente cansado como para disfrutarlo y es ahí donde deseo que llegue la noche simplemente para acostarme a dormir—.Respondo con honestidad.

No intento pensar en nada más, estamos disfrutando nuestro último día juntos antes de que pasemos quizá dos meses sin vernos a causa de qué estaremos promocionando en distintos países.

—¿Se vería muy malo pedirte un llavero de cada lugar que visites?—.Esta vez voltea, no sin antes tomar la sábana para cubrirse y mirarme con esa profunda mirada de ojos marrones que solo ella sabe darme.

Creo que sería mejor que tu colecciones llaveros de los lugares a los que te hayas ido—.Murmuró porque estamos lo suficientemente cerca para hablar más alto.

Ella recuesta su cabeza sobre la palma de su mano de tal forma que ahora un rayo de sol se coloca sobre su rostro, permitiendo que uno de sus ojos brille y me permita ver el hermoso color chocolate que ella tiene en ellos.

Esta bien—.Ella musita.

Hey no es lo que quería dar a entender, más bien me refería en que un día tu y yo podríamos ir a todos esos lugares que quisieras conocer y de regreso a casa puedes traer todos los llaveros del mundo, pero serán especiales, porque tú los trajiste—.Le digo mientras acaricio su mejilla descubierta y retiro el poco cabello que se ha resbalado, posicionándolo detrás de su oreja.

—¿En verdad? Eso me encantaría—.Sus ojos brillan ante mi propuesta y una tierna sonrisa se dibuja en sus labios.

De verdad, nada me gustaría más que llevarte a cada rincón del mundo—.Contesto, reprimiendo las ganas de sacar el cajón el anillo que he comprado para ella, pero aún es muy pronto, y esta no es la forma que he planeado para dárselo.


Nessmara | Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora