El maestro Yoda era consciente de mi falta de experiencia en misiones diplomáticas. Por esto, me llevó a una misión como su padawan, donde tuvo que resolver un conflicto entre unos comerciantes en una ciudad de Corellia. Fue sorprendente que pudiésemos salir de allí sin problemas, en aquel planeta los Jedis teníamos muy mala fama.
La misión aquella duró tres días, y cuando regresamos a Coruscant para hacer un informe, volvimos a marcharnos del planeta para adentrarnos en una zona de aldeas primitivas de Yavin 23, una de las lunas de Yavin Prime.
Las aldeas estaban enfrentadas, y Yoda me indicó que esa vez sería yo quien resolviera el conflicto. La diplomacia fue difícil, teniendo el cuenta el carácter de dos de las aldeas, impulsivas y dominantes. Sin embargo, conseguí con éxito que una de ellas, y la tercera, más civilizada, dejasen de atacarse. Pocos días después, frustré los intentos de la última aldea, la más agresiva, de acabar con la tregua, y finalmente, tras un cambio radical en la estructura de la aldea, conseguí que volvieran a estar en paz. El maestro Yoda me advirtió que debía arreglar también los posibles problemas que podían aparecer a la larga, y nos quedamos una semana en la aldea, ayudando a que en el futuro no sirviesen nuevos conflictos.
Satisfecho, Yoda me hizo volver a Coruscant, donde fui evaluada por el alto consejo. Tras probar mediante preguntas que estaba preparada para hacer las pruebas (algo que les sorprendió bastante, debido a mi aislamiento tan prolongado), sin más preámbulo, me mandaron a una sala del templo en la que nunca había estado.
Allí hice mi primera prueba: habilidad. Tuve que enfrentarme primero a cuatro droides, luego a siete (aunque esa vez me retiraron los sables), y por último a Con Drallig, el jefe de la Guardia del Templo Jedi. Para estas tres pruebas, tuve que alternar entre el uso de un sable, los dos, el uso de la fuerza y otros métodos, como cuando me encontré desarmada, lo que me hizo mostrar mi agilidad, que usé para forzar a los droides a enfrentarse unos a otros, hasta que no quedó ninguno. Los maestros del Consejo evaluaron mi actuación y la consideraron suficiente para seguir con las pruebas.
La siguiente prueba debía haber sido la del coraje, pero los maestros sabían que para demostrar mi coraje necesitaría mucho tiempo, y el maestro Yoda recomendó posponer esta prueba. Su decisión género un gran conflicto, ya que en la prueba de la carne podía caer al lado oscuro si no demostraba ser apta en las pruebas anteriores. Pero el Toda se mantuvo firme: era de suma importancia que realizase mis pruebas cuanto antes, y en el futuro así él lo afirmaba, por lo que no había qué temer.
La prueba que seguía, la del espíritu, fue una de las más difíciles y agotadoras. Durante tres días, cuatro horas al día, un maestro del Consejo, elegido al azar (en mi caso el maestro Ki Adi Mundi), me guió mediante la meditación hacia todo aquello que más repulsivo consideraba yo de mi vida. Debía asimilar el dolor, la vergüenza, y todas aquellas sensaciones oscuras mediante el autocontrol, hasta que consiguiese ser inmune a esos sentimientos. El maestro Mundi me condujo a rememorar aquellos gritos que tanto había intentado olvidar: los gritos, las explosiones, los llantos, esa triste melodía, el lamento de los Teipo. Madhura svapna... El primer día fue muy intenso, y apenas pude resistir sentir el dolor. Mundi me animó diciendo que era algo normal, y que no debía evitar sentir el dolor, sino asimilarlo como algo imperturbable. Así, el día siguiente, volví a ver aquella desagradable escena de mi aldea siendo destruida, escuché a mi marido instándome a correr sin mirar atrás, pero esta vez conseguí estar serena. Luego, Mundi me adentró en la desolación después de aquella experiencia, y más adelante en mi vida como cazarrecompensas. Aquella época fue muy dura, emocionalmente hablando, y tuve que resistir aquél impulso de sentir todo aquello de nuevo. El último día, ahondamos en aquello que en mí generaba una cierta nostalgia y dolor por añoranza. Volví a sentirme en mi aldea, rodeada de teipos, y sin saber cómo era posible, en aquellla escena que se presentó ante mí, apareció Qui-Gon, luego Obi Wan, e inesperadamente Yoda también. Una luz brillante y parpadeante me rondó, algo me decía que debía seguirla. Sin embargo, Qui-Gon, Obi Wan y Yoda me suplicaron que me quedase con ellos. Incluso mi marido, que apareció entre los Teipo, me dijo que yo estaba embarazada y que debía quedarme en casa para cuidar de nuestra familia. Fue una decisión terriblemente desoladora la mía, que seguí a aquella luz. Ki Adi Mundi me dio la enhorabuena y me comunicó que la siguiente prueba sería al día siguiente, la temida prueba de la carne.
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TEIPO • Libro 1 [Obi Wan Kenobi]
FanfictionPara todos aquellos cansados de encontrar novelas del universo de Star Wars infantiles y superficiales, ofrezco un paseo por la era de la República de la mano de Dula Bakk, una excazarrecompensas de una especie extinta que indaga en la historia ocul...