Los ladrones (2)

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-Dejadme adivinar -continué interrogando a los niños-. Vuestros amigos os vieron entrar en una sala enorme, ¿no?

Asintieron.

-Un día descubrimos un túnel, como nuestra cueva -afirmó el menor.

-Y unos hombres nos descubrieron y nos llevaron ante cinco personas, muy bien vestidas -corroboró el mayor.

-Nos dieron las gracias porque habíamos encontrado algo que ellos no, dijeron que lo que tenían en esa sala era de otros amigos suyos, y que debíamos devolvérselo cuanto antes.

-Dijeron que había un error enorme, y nos enseñaron que en la sala que encontramos había un montón de dinero que se mandaba allí erróneamente.

-Así que una vez a la semana vamos para allá, cogemos el dinero, y se lo damos a los amigos de nuestros amigos que nos esperan a la salida de la sala, en la entrada del túnel.

-Y luego os dan las algas, ¿no? -pregunté.

-Siempre que nos las dan, nos piden que no se lo digamos a nadie -dijo el primero.

-Usted no se lo contará a nadie, ¿verdad? Son nuestros amigos -suplucó el segundo.

-No, claro que no -sonreí-. ¿Sabéis quienes son los amigos de vuestros amigos?

-No, no lo sabemos. Nunca nos lo dijeron.

-Pero estaban con nuestros amigos el día que los conocimos.

-De acuerdo. Muchísimas gracias por contármelo, la República lo tendrá en cuenta, y estará tan agradecida como yo. Disculpen por las molestias, me marcho ya.

Me despedí de la familia y salí de la cueva con la ayuda de la luz de mi sable. Usé el comunicador nada más salí.

-Obi Wan, ¿me recibes? He encontrado a los ladrones, ¿y adivina qué? Es lo que sospechábamos. ¿Obi Wan?

No respondía. Mierda, debían de haber descubierto nuestras sospechas.

—Obi Wan, responde —continué intentando contactar con él mientras buscaba el camino hacia las instalaciones, que no se veían—. Obi Wan.

Salté impulsándome con la fuerza para poder atravesar las grandes rocas y llegar de forma más directa y rápida.

—Obi Wan, ¿me recibes?

— ¡Te recibo, Dula! —escuché al fin—. ¡Parece que ellos solos se han descubierto!

Hablaba como si estuviese haciendo un gran ejercicio.

— ¿Qué ha pasado?

— ¡Me encontraron, pero ni siquiera me dejaron hablar! ¡Supongo que Anakin y Barrani han descubierto algo!

—Estoy llegando, voy a buscarlos.

Seguí avanzando, hasta que conseguí divisar las instalaciones. Bajo aquella lluvia torrencial, caminé con cautela por el exterior del curvado techo.

—Barrani, ¿estás ahí? —pregunté mediante el intercomunicador—. Barrani, responde.

No recibí respuesta, y lo mismo sucedió con Anakin. Encontré una entrada al edificio, y me adentré con sigilo. Un gran alboroto y fluir de gente surgió en los pasillos, algo que no había sucedido cuando llegamos. Debían ser mis compañeros los que causaban tanto revuelo y atención.

Me desplacé por los pasillos, ocultándome habilidosamente cada vez que sentía a alguien acercarse. Gracias a pasear desapercibida escuché a los nativos comentar su objetivo: el hangar principal y el pasillo junto a la sala de vigilancia.

TEIPO • Libro 1 [Obi Wan Kenobi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora