TEIPO • Libro 1 [Obi Wan Kenobi]

VI • Los arcos de Anoat

~ • ARCO VI • ~
LOS DIARIOS DE DULA BAKK

Bien... ¿Por dónde debería comenzar?
Mi querida aprendiz, han pasado dos años desde que te fuiste. Aún me resulta tremendamente difícil aceptar que te fallé. Sí, pensarás que digo sandeces, pero es cierto: te fallé.

En estos dos años no he parado de pensar que algún día retornarías. Sin embargo, comienzo a perder la esperanza. Tal vez con un poco más de tiempo...

A pesar de todo, no creo que quieras volver al Templo. Y si este es el caso, me gustaría poder encontrarme contigo algún día. Ese día, te entregaré este diario, no con intención de hacerte volver, sino con la intención de hacerte saber.

No fui una buena maestra, te mentí. Te oculté todo tipo de cosas, cosas que no debías saber por tu propio bien, pero aún así, cosas que quiero que conozcas.

Esto que te contaré, anécdotas y vivencias, no han salido nunca a la luz. Eres una de las muy pocas personas que conocen esto, además de mí. Quería grabar mi testimonio en un holocrón Jedi, pero no era seguro. Los Jedis tampoco deberían saber esto.

¿Sabías que soy una mujer casada? Sí, una Jedi casada. ¿Sabías que no está en contra del Código contraer matrimonio? La historia de mi matrimonio la dejaré para otro día, ahora me es irrelevante.

Tal vez, con el tiempo, me decida a contarte mis experiencias más cercanas a la Fuerza, experiencias que me marcaron, como mi breve viaje en solitario. Lo haré con esperanzas de que puedan servirte en tu camino, tan solitario como el mío, para que así puedas aprender más de la Fuerza.

Hoy comenzaré haciéndote saber un suceso maravilloso movido por la Fuerza, del que no he podido hablar más que con las personas del Alto Consejo en tiempos de la invasión de Naboo, y no pude hacerlo en profundidad. Pero contigo lo haré, aprendiz.

En mi último año como padawan del maestro Yoda, algo terrible sucedió. Algo que pude sentir al momento: un vacío terrible en la Fuerza. Era como si todos los Jedis existentes en la galaxia hubiesen perecido.

No tuve tiempo para asumir lo que había pasado porque algo extraordinario sucedió después.

Hice un viaje a un lugar extraño, diferente a cualquier cosa que había experimentado en mi vida. En su tiempo, le llamé a aquel lugar el mundo entre mundos, aunque no creo que nadie le llame así. Puede que incluso fuese la primera persona en estar allí.

Pero recuerdo que había gente en ese lugar. Vi muchos rostros, escuché voces. Todo era muy confuso, y no podía recordarlo con claridad, ni siquiera a través de la meditación. En una ocasión solicite adentrarme en un tanque de privación sensorial, y seguí sin ser capaz de poner mis recuerdos en orden. Fue una de las pocas veces de mi vida en la que la meditación no surgió efecto.