Capítulo diez

6.4K 636 520
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

TYLER

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

TYLER

De alguna manera, Emma y yo habíamos llegado a una especie de tregua que nos había concedido paz a los dos por unos cuantos días. No, de pronto no éramos los mejores amigos ni compartíamos capuchinos mientras hablábamos de la vida, pero habíamos llegado a un punto en el que solo nos dirigíamos la palabra para saludarnos casualmente cuando nos encontrábamos en los pasillos de la residencia o en la habitación.

Pero la paz duraba poco incluso en tiempos donde la guerra no existía y antes de lo previsto Emma desató su furia sobre mí por un simple calcetín que se me había caído al llevar mi ropa a lavar.

—¡Tyler Murphy! —gritó con fuerza desde el interior del baño.

Lo primero que hice al escucharla fue dar un salto en mi asiento ya que había estado tan concentrado leyendo un libro sobre reglas de ortografía que su grito me había asustado. Lo segundo que hice fue temer por la salud de sus cuerdas vocales. Lo tercero, temer por mi vida y buscar con la mirada un lugar donde esconderme. Sin embargo, abrió la puerta antes de que pudiera moverme y pateó un calcetín negro en mi dirección que se quedó a medio camino entre ella y yo.

—Creí que habíamos llegado a un acuerdo —gruñó, destruyéndome con la mirada.

—Oh, se me debe haber caído —intenté tranquilizarla, pero fue en vano.

—Me importa un rábano si fue un accidente, intenta ser más atento la próxima vez.

Eso me molestó porque no era como si lo hubiese hecho a propósito.

—¿Estás con la regla o algo así?

Recosté mi espalda sobre el respaldar de mi silla de escritorio y giré para observarla. Su ceño se frunció más de ser eso posible y me pareció que enrojeció. Poco le faltó para tirar fuego por los orificios nasales.

—¿Qué?

Vivir por seis meses con mi mejor amiga me había preparado para eso. Cuando una mujer preguntaba "¿qué?" luego de que un muchacho como yo hubiese hablado, no era porque no había escuchado, sino porque quería saber si tenía las pelotas para volver a decirlo. Y yo las tenía bien puestas por lo que sonreí de lado y con mi mejor tono de burla volví a preguntar:

Uno y medioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora