Capítulo veintitrés

6.3K 575 332
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EMMA

Desperté enredada en unos delgados cables blancos y el recuerdo de la noche anterior me invadió. Había pasado un buen rato en la fiesta, me había divertido y había bailado, pero todo mi buen humor se había esfumado cuando el primer trueno sonó. Le temía a las tormentas desde pequeña y eran otra consecuencia de haber sido dejada a mi suerte cuando era solo una niña. Lo que más me preocupaba no era el dolor de cabeza que me hacía sentir débil ni la pesadez que sentía en mis ojos, sino saber que Tyler me había visto en un estado tan lamentable.

No podía contar la cantidad de veces en las que había enloquecido junto a él y si bien no tendría que importarme su opinión, la realidad era que lo hacía. Podía imaginar que me creía loca y no lo culparía porque empezaba a darme cuenta que mis problemas eran mucho más profundos de lo que había imaginado. Había hecho bien al seguir el consejo de mi hermano e ir a terapia porque no solo había avanzado, también notaba que existían asuntos que debía tratar.

Envolví los auriculares en mi mano y tomé el teléfono móvil de Tyler. La batería estaba a punto de terminarse y era mi culpa. Con cuidado descorrí las mantas y me puse de pie, caminé hacia donde él dormía y dejé cargando el celular. Lucía cansado y tranquilo, las pestañas largas y rizadas descansaban de manera despreocupada sobre sus mejillas y sus labios estaban ligeramente separados. Podría haberme quedado observándolo por horas porque si bien su actitud no era la mejor, su aspecto sí lo era.

Pero no podía dejarme llevar por mis hormonas por lo que, caminando de puntillas, busqué ropa en mi armario y luego corrí hacia la ducha. El agua caliente me ayudó a destensar mis músculos y a borrar las marcas que las lágrimas habían dejado en mi piel. Mis ojos no se deshincharían con tanta facilidad y el enrojecimiento tampoco se borró de un segundo a otro, pero seguro lucía mejor de lo que me sentía.

Sabía que debía recompensarlo de alguna manera, le había hecho pasar una noche horrible y probablemente los próximos días serían incómodos si evitaba el tema. No era tan difícil de explicar, tenía miedo y ya. Había notado que él tenía claustrofobia y sospechaba que no era por algún accidente. Lo mío era casi igual.

—Tyler —susurré, poniéndome de rodillas frente a él—. Oye, Tyler.

Sus ojos se movieron lentamente y luego parpadeó algunas veces acostumbrándose a la luz que se colaba entre las cortinas. Frunció ligeramente el ceño al notarme y giró sobre la cama para quedar sobre su espalda, luego volteó el rostro hacia mí.

Uno y medioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora