Uno y medio

Capítulo cincuenta y cuatro

TYLER

Las manos de Emma recorrieron mi cuello, acomodando las solapas de mi camisa, para luego armar el nudo de la corbata. La observé en silencio desde mi altura, sus manos temblaban y mordía su labio inferior con nerviosismo mientras intentaba anudar una y otra vez la corbata sin lograrlo con éxito.

—Em...

—Tiene que verse perfecta —susurró.

—Puedo hacerlo yo.

Sus dedos se detuvieron a medio camino y alzó con duda su rostro hacia el mío. Sus ojos, de ese color sobrenatural que tanto me gustaban, se veían perlados, como si estuviese conteniendo las lágrimas; el terror estaba presente también. Tomé sus manos heladas y las llevé hacia mis labios, besé cada uno de sus nudillos y solté aire cálido sobre su piel para calentarla.

Lucía como si se hubiese encontrado con un fantasma, ni siquiera en la casa del terror donde había gritado sin cesar se había visto tan atemorizada.

—Todo saldrá bien. Soy encantador, es imposible que no les guste.

Una sonrisita trémula se formó en sus labios.

—Lo lamento.

—No tienes por qué. Yo también estaría nervioso si conocieras a mis padres.

—Créeme, no pueden ser peores que los míos.

—Créeme que sí.

Compartimos una mirada casi de competencia, como si el primero que apartara la vista tuviera los mejores padres. Otros pelearían por defender el honor de sus progenitores, nosotros nos retábamos para ver cuál pareja era peor.

—¿Realmente sabes hacer el nudo?

—Claro.

Dejé ir sus manos y con movimientos tranquilos y seguros enrollé una de las partes de la corbata alrededor de la otra. Unos segundos después, la tela azul estaba acomodada a la perfección contra mi camisa con un nudo sencillo pero pulcro.