Capítulo cincuenta y dos

5.6K 543 390
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

TYLER

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

TYLER

Una cantidad impresionante de agua me salpicó el rostro con fuerza y gruñí por lo bajo sintiendo las gotas caer por mi cabello, rostro y cuello. Theo me dedicó una mirada de disculpas, pero le devolví el chapotazo de inmediato mientras soltaba algunas palabrotas que escandalizarían a una señora religiosa.

—¡Me están mojando! —se quejó Genesis, tapando su rostro con las manos.

—Y a mí —agregó Emma que estaba junto a ella, imitando su acción.

Era la penúltima noche en San Francisco, nos encontrábamos en la piscina del hotel, aunque el clima estaba un poco frío para estar en el agua. El cielo estaba despejado, las estrellas se veían con mucho esfuerzo debido a la contaminación y una música tranquila resonaba en los parlantes del lugar. Éramos los únicos allí, los únicos demasiado locos como para meterse a una pileta a finales de marzo y sufrir una hipotermia.

—Estás en la piscina, cielo, por supuesto que te estás mojando —acotó Taylor con despreocupación.

Él no estaba en el interior de la alberca con nosotros porque había salido a comer pizza fría. Estaba sentado en una de las tumbonas, con una toalla sobre los hombros, una porción en la mano y una botella de cerveza en la otra. Nos observaba con diversión, pero no parecía dispuesto a dejar de alimentarse.

—Sabes a lo que me refiero.

—No sean quejosas —dije, secándome el rostro con las manos—. No las estamos matando.

—Aún —me corrigió Theo—. No las estamos matando aún.

—¡Ni se les ocurra! —chilló Emma al notar nuestras intenciones.

Sin embargo, fue demasiado tarde. Yo fui por ella mientras Theo fue por Genesis. Las tomamos por la cintura y las hundimos hasta que sus cabezas quedaron bajo el agua y patalearon buscando una salida. Emma me empujó el pecho en un intento de librarse y la dejé ir tan solo unos segundos después. Al salir del agua volví a abrazarla, enrollando mis brazos alrededor de su cuerpo y atrayéndola a mí. No se alejó, aunque me dedicó una mirada asesina.

Uno y medioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora