El chico que juraba no creer en el amor, se ha enamorado y el resultado ha sido un terrible corazón roto.
El joven escritor Tyler Murphy ha caído perdidamente enamorado por su mejor amiga Genesis, pero su historia no ha tenido un "felices para siemp...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
TYLER
El avión aterrizó cerca de las cuatro de la tarde en la ciudad de San Francisco, siendo las siete en Nueva York. Me sentía un poco cansado, había dormido junto a Emma en la sala de espera del hospital y aunque el viaje de seis horas me había servido como una larga siesta, no era lo mismo que descansar en una cama. Sin embargo, en tanto pisé suelo californiano, ignoré todo malestar para concentrarme en lo importante.
Llevar mi maleta y mochila conmigo me había ahorrado tiempo en el aeropuerto y cuando salí de la zona de arribos, no tardé en encontrar a Genesis y a Taylor entre la multitud. Mi amigo sostenía un cartel con mi nombre que parecía haber sido hecho por G y cargaba una expresión de fingido enfado mientras su novia lo utilizaba para pararse de puntillas e intentar encontrarme entre la marea de personas. Mi mejor amiga chilló al verme, provocando que algunas miradas recayeran sobre ella, pero poco le importó. Corrió a mi encuentro y me abrazó con fuerza como si lleváramos toda una vida sin vernos.
—¡Llegaste! —exclamó antes de depositar un sonoro beso sobre mi mejilla—. Te he extrañado muchísimo.
—¿Tu novio no sabe complacerte en la cama que me extrañas a mí? —bromeé, enarcando una ceja.
Ella me dio un empujón justo cuando llegábamos junto a Taylor. Él no dudó en darme un abrazo que correspondí al instante, no éramos la clase de muchachos que se sentían menos varoniles por demostrarse cariño.
—No creas que no te escuché, idiota.
Reí por lo bajo y despeiné su cabello oscuro ganándome otro empujón. Ah, nada como estar en casa.
—¿Es impresión mía o estás más musculoso? —pregunté para aligerar el ambiente.
—¿No te cansas de coquetearle a Genesis que ahora también lo haces conmigo?
Me encogí de hombros y rodeé los hombros de G con uno de mis brazos, atrayéndola hacia mí. Deposité un beso sobre el tope de su cabeza y ella me abrazó por la cintura para luego mirarme con ese brillo en los ojos que la caracterizaba. Esa era mi chica favorita en el mundo.