3: Atrapados.

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-¡Tierra a la vista!- gritó uno de los tripulantes que había estado observando el océano durante unas cuantas horas.

Caspian y Edmund subieron de inmediato para observar que se estaban acercando a una gran isla, parecía desierta y abandonada.

-Las Islas Solitarias. El puerto de Narrowhaven.- dijo Drinian acercándose a ellos.

-Qué extraño, no hay una bandera Narniana a la vista.- espetó Caspian bajando su telescopio.

Edmund lo tomó.

-Esas islas siempre han pertenecido a Narnia.- empezó a mirar y vio más de cerca que en absoluto no había nada en ese lugar.

-Me parece sospechoso.- objetó Caspian.

-Hay que mandar un destacamento.- ordenó Edmund.- ¿Drinian?- pero el hombre no se movió, al contrario se quedó cruzado de brazos y bajó la mirada.

-Perdone su majestad, pero la cadena de mando empieza por el rey Caspian y la reina Idalia.

-Claro.

-Usaremos lanchas largas.- dijo Caspian.- Escoge a unos hombres y ve a tierra.

-Sí.- respondió el capitán.

-¡Tavros!- llamó el rey. El minotauro entendió de inmediato la orden y gritó a la tripulación:

-¡Preparen las lanchas, bajen la vela y prepárense para anclar!

De inmediato los hombres hicieron caso y se pusieron a sacar los botes necesarios para la los tripulantes que iban. Lucy, Susan e Idalia recién salían del camarote, por lo que miraron confundidas a aquellos hombres que iban y venían.

-¡Caspian!- exclamó Idalia.- ¿Qué sucede? ¿Por qué los hombres están como locos?

-Idalia, prepárate, hemos visto tierra y vamos a explorarla.- respondió.

-¿Tierra? ¿De verdad?- intervinieron Lucy y Susan.

-Así es, así que alístense, no tarden mucho.

Luego de que prepararan sus armas, ocuparon lugar en uno de los botes, Eustace tuvo curiosidad así que decidió acompañarlos, lo cual al resto de la tripulación pareció molestarle.

-¡Adelante! ¡Nos espera la emoción de lo desconocido!- exclamó Reepecheep en la punta del bote donde estaban todos.

-¿No podían haber esperado hasta la mañana?- repuso Eustace fastidioso.

-No hay honor en rehuir la aventura, niño.

-Escuchen, ¿Dónde están todos?- dijo Lucy.

-Es muy extraño que no haya ruido alguno.- murmuró Susan a Idalia. Ella asintió tomando su espada. Susan alistó el arco y la flecha.

-¡Vamos piernas de gelatina!- le dijo Reep a Eustace.

-¡Yo puedo solo!- objetó tratando de levantarse del bote, sin embargo, como el ratón había dicho sus piernas eran demasiado temblorosas como para sostenerse por sí solas. Cayó.

-¿Seguros que es su pariente sanguíneo?- recriminó Idalia con un gesto de inferioridad.

Siguieron avanzando sigilosamente hasta que escucharon el sonido de una gran campana que hizo que los pájaros salieran alborotados de sus escondites. Todos sacaron sus armas por si alguien estaba a punto de atacar. Susan y Caspian apuntaron con sus arcos hacia donde el sonido había provenido, pero nada, no sucedió nada.

-Reepecheep, quédate con Drinian y aseguren su posición.- ordenó Caspian.- Nosotros seguiremos.

-Si no hemos vuelto al amanecer, búsquenos.- prosiguió Idalia, aún con la espada en la mano.

el principe caspian y la princesa idalia ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora