Cap1: El regreso de los Pevensie a Narnia.

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Londres, Inglaterra

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Londres, Inglaterra.

Era un día frío, los alumnos ya habían salido de sus respectivas escuelas y todos estaban esperando el tren en la estación. Algunos caminaban y otros esperaban que los fueran a recoger, pero casi todos iban a la estación; prácticamente ese día sin ninguna razón aparente, el tráfico estaba como loco, Lucy estaba cruzando la calle cuando de repente un auto casi la atropella.

-¡Ten más cuidado nena!- gritó el conductor con una voz enfadada.

-¡Perdone!- le dijo corriendo hacia la banqueta pavimentada donde se encontraba su hermana mayor Susan, ella estaba en el puesto de periódicos y revistas hojeando las nuevas noticias: Nuevo ataque a Londres, la guerra cada vez se pone peor... En ese momento no pudo evitar pensar en sus padres ¿Como estarían? ¿Que estarían haciendo ahora? ¿Seguirían con vida? pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando un muchacho enclenque con unas gafas circulares le dijo:

-¿Tu vas a Saint Finbar? ¿No?

-Así es.- respondió ella sin despegar la vista del diario. Ella era una muchacha sumamente hermosa, de ojos azules y cabello obscuro, cualquier chico con tan solo verla se enamoraría.

-Yo estudio aquí, cruzando la calle.- musitó.- Te he visto.- lo miró.- Sentada con tigo misma.

-Si.. yo, prefiero que me dejen sola.- dijo volviendo la vista a su periódico.

-Igual yo.- dijo tratando de llamar su atención, pero a ella le pareció fastidioso y solamente rodó los ojos.- ¿Cual es tu nombre?

-Phillis.- sonrió falsamente. En ese momento llegó la pequeña Lucy gritando: ¡Susan!

-Tienes que venir rápido.- dijo agitadamente, Susan dejó el periódico y se fue sin despedirse de aquel chico. Juntas cruzaron la calle y llegaron a la estación donde mucha gente se encontraba en bola, diciendo: ¡Pelea! ¡Pelea!, se acercaron más para ver que sucedía y pudieron notar que era Peter, de nuevo.... involucrado en una más de sus peleas.

-Peter- murmuró la mayor haciendo una mueca y negando con la cabeza. Un chico de cabellos negros y tez blanca bajó atravesando a ambas chicas, dispuesto a ayudar a su hermano.

-¡Edmund!-gritó Lucy alterada. El chico penúltimo de los Pevensie se adentró a ala pelea atacando a los dos otros muchachos que casi asesinaban a Peter, los golpeó y los dejó tirados, hasta que la policía que atendía aquella estación llegó y los detuvo; ambos tuvieron que separarse y fueron a sentarse en la silla que daba cerca de los trenes junto a sus hermanas.

 El chico penúltimo de los Pevensie se adentró a ala pelea atacando a los dos otros muchachos que casi asesinaban a Peter, los golpeó y los dejó tirados, hasta que la policía que atendía aquella estación llegó y los detuvo; ambos tuvieron que sepa...

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-De nada.- suspiró Edmund dirigiendo la vista a su hermano mayor.

-Lo tenía controlado.

-¿Por que se pelearon esta vez?- preguntó la mayor con un gesto de "madurez"

-Me empujó- respondió Peter levantándose de su asiento. Un joven rubio y alto, muy apuesto para su edad.

-¿Y por eso le pegaste?- preguntó la menor acomodándose el sombrero que cubría las largas trenzas color cafés que se había hecho.

-No, después de que me empujó me pidió que le dijera disculpas, ahí fue cuando lo golpee.

-¿Tan difícil es darle la espalda? - objetó Susan con incredulidad.

-¡No tengo porque! ¿Nunca te cansas de que te traten como una niña?

-Somos niños.- espetó el menor.

-Bueno, pero no lo he sido siempre. Ya ha pasado un año ¿Cuanto más quieren que esperemos?

-Creo que ya es tiempo de aceptar que vivimos aquí.- inquirió Susan.- No sirve de nada pretender algo diferente.- viró a su izquierda y se dio cuenta que el mismo chico con quien había hablado hace un rato se encontraba ahí, acercándose a donde estaba ella.- Ay no, pretendan que me están hablando.

-Te estamos hablando.- repuso Edmund con ironía. Susan lo fulminó con la mirada.

-¡Auch!- se quejó Lucy.

-Silencio Lu.- espetó la ojiazul con fastidio.

-¡Algo me pinchó!- dijo.

-¡Hey! ¡No jales!- repitió Peter levantándose de su asiento de nuevo mirando a Edmund.

-¡No te toqué!- resolló frunciendo el ceño.

-¿Quieren... ¿Qué es esto?

-Se siente como magia. - dijo Lucy, el sombrero que portaba se le voló con el viento tan rápido que producía el tren.

-Tómense de las manos.- sugirió Susan agarrando a Lucy.

-¡No tomaré tu mano!- negó el menor.

-Solo hazlo.- instó Peter agarrándolo repentinamente. Después de unos momentos, el tren pasó tan rápido que parecía que los iba a atropellar, la estación de trenes pronto se desvaneció poco a poco, cada loseta se iba desprendiendo y la pared de enfrente ya no estaba, el aire rozó sus caras como si la tranquilidad les invadiera. El tren dejó de pasar y se encontraron con un paisaje hermoso, una especie de playa, el cielo azul y las olas tranquilas, seguidamente unas cuantas rocas a lado. Los 4 hermanos se sorprendieron bastante, ¿Sería ese el lugar que tanto estaban esperando?

Susan miró a Lucy con una sonrisa traviesa en su rostro y ambas empezaron a correr por la playa hasta llegar al mar. Edmund y Peter las siguieron quitándose sus sacos y objetos que llevaban en ese momento, tan solo dejando sus uniformes.

-Apuesto que no corres más rápido que yo Ed.- retó Peter sonriendo.

-¡El último que llegue es un huevo podrido!- gritó Lucy llegando al mar. Los demás entraron y enseguida empezaron a jugar y salpicar con el agua, las olas los tiraban pero ellos se volvían a levantar y jugar. así siguieron por un rato, hasta que la pequeña volvió a hablar.- ¿Qué sucede Ed?- interrogó viendo que su hermano se había quedado un largo rato observando las ruinas.

-Estamos en Narnia ¿Cierto?

-¿Tu donde crees?- vaciló Peter.

-Pues, no recuerdo ningunas ruinas en Narnia...

el principe caspian y la princesa idalia ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora