Las manos heladas, con guantes de látex, del Dr.Kim recorrían mi espalda, sus dedos acariciaban la zona donde se encontraba mi columna intentando analizarla, con algo de intriga. Hueso por hueso, parte por parte, con calma y lentitud.
Me sentía muy incómoda, tanto por esa posición que me obligaban a mantener, como por el frío que entraba por el borde de la ventana junto a mí, era un viento invernal que herizaba mi piel con rapidez. - ¿Está grave? - Preguntó mamá preocupada.El doctor quitó su mano y su voz corrió hasta donde se encontraba mi progenitora - Grave... Yo no diría Grave, chueca sí, tiene una curvatura que se fue a la derecha, como puede ver - Los ardientes dedos, clásicos en ella, fueron llevados por mi columna con lentitud por la mano del doctor. Pronto los quitó con algo de asco, o algo así, como si hubiera tocado una cosa fea, aunque sabemos que yo soy lo contrario.
- ¿Eso se puede mejorar? - Mis ojos se cerraron porque los músculos de mis piernas me producían mucho dolor, estaban tan tenzos que sentía que iban a romperse, además el frío no ayudaba a mi relajación, menos sentir que me tocaban de esa forma tan científica y médica. Me sentía como una rata de laboratorio y... Y nunca me gustaron los médicos, menos los que se disponían a tocarme. Aunque el doctor Kim es buena persona, nos conocemos hace mucho y él no haría algo raro, porque no es así.
- Claro. Tendría que derivarla a un Kinesiólogo... - Me ayudó a levantarme y pude relajar las piernas, las cuales moví hacia arriba y hacia abajo, doblando mis rodillas, intentando que la sensación acabara.
Mi mirada fue a sus ojos, cubiertos por esos anteojos con bordes negros, los cuales estaban levemente sucios. - Puedes vestirte. - Ordenó volviendo a mirar a mi madre, quién continuaba con actitud de preocupación, esa que es típica de padre, y se sentó en su gran silla, la cual era azúl y muy acolchada. - Debe comenzar Rec. - Mi mente estaba perdida mientras me colocaba mi camiseta, o bueno, quizás tenía toda mi atención en el señor, pero no dejaba de pensar en qué clase de juego podría ser ese. Probablemente uno de disparos, y era un servidor, "El servidor REC".
No me gustan los juegos de disparos, pero lo probaría, a Jihyo no le molestaría jugarlo conmigo, ya jugar al Uno se volvió aburrido.- ¿Rec? - Parecía estar tan confundida como yo, solo que a mí no me importaba tanto saber qué era, mientras mamá dejara de verme como un bicho raro, yo sería feliz.
- Reposturación espalderil para Chuecos. La ayudan a estirar su columna haciendo ejercicios y cambiando posiciones. No es nada doloroso. - Nuestras miradas se cruzaron y tuvimos un momento de sonrisa de cómplices; ambos nos conocíamos, a mi no me gustaban las cosas dolorosas, como agujas, y él me concentía mucho, intentaba que yo fuera feliz, aunque tuviera que ir al médico; Además al Señor Kim yo le caía bien, como la mayoría de sus pacientes, a él no le gustaba que sufriéramos mucho.
- Tengo una conocida, Hirai Momo, es muy profesional, es buena en lo que hace, una de las mejores en la ciudad - Sonreí levemente, ambos sabíamos que me incomodaba mucho que un hombre que no fuera él me tocara, más con razones médicas. Me repugna, aunque no sé porqué.
Ni siquiera que papá me toque, besar a un chico, que me abracen... No me gusta.- Bien... ¿Y cuánto tardaría? - Mamá y el tiempo tienen un serio problema; relación, mejor dicho; a ella no le gusta perderlo, y el tiempo dice ser muy valioso para ella. Son tóxicos juntos, pero inseparables.
- Eso solo lo sabe ella, cuando la vean puedes preguntarle, ella hará una evaluación de como está su espalda y entonces podrá decirte una fecha aproximada. - Movía su gran plumón negro mientras hablaba. Recuerdo que me dijo que su hija se lo había dado, él estaba orgulloso de ella, ya que había terminado la universidad y era muy buena en lo que hacía, aunque, según él, no lo disfrutaba.
- Claro... ¿Y debe ir sola? - Caminé lentamente a la camilla roja y me senté con cautela para ver a ambos en un mejor plano. Luego miré a la ventana, no dejaba de nevar, y la nieve era constante.
- Eso depende de que tanta confianza tenga Chaeyoung, además si quieres preguntarle algo que Chae no vaya a recordar, lo mejor sería que fueras con ella - Lo miré con algo de temor. "Confianza", esa palabra me sonó rara, ambos sabíamos que nunca fuí muy comunicativa con las personas que acabo de conocer. Me cierro, como con nadie, y no puedo hablar, me pone nerviosa. No quiero que cualquiera sepa de mí o que hablen de algo que tenga que ver conmigo.
- Bien... - Respondió.
- ¿Necesita alguna receta o algo más? - Sonreí ampliamente, me estaba por dejar ir, y eso era más que emocionante.
- No, no - Abroché mi gran abrigo rojo, el cual tenía muchísimos bolsillos, con botones, cierres, y una capucha muy calentita.
- Entonces las dejo ir - Mamá se levantó y se saludaron con un beso en la mejilla, yo bajé de la camilla y fuí a abrazar al doctor, quién sonreía.
- Que tenga un buen día Dr.Kim - dije mirándolo a los ojos, él Acarició mi cabello y entonces lo solté para salir junto a mi madre al pasillo de la sala de espera. - ¿Vamos a ir a esa cosa? -
Mis ojos comenzaron a viajar por los niños enfermos, bebés jugando, y madres cansadas - ¿Que cosa? - Miré a mamá, ella pedía el ascensor mientras golpeaba con su pie al suelo, miraba su reloj, parecía desesperada por irse.
- R... Rec - Respondí mientras el ascensor se abría. Un viejo entró al piso con una niña pequeña, a la cual sonreí, y entonces entramos al ascensor de 2x2 metros.
- Claro, ahora pediremos un turno para lo antes posible, estoy cansada de que estés con esa posición - Siempre odié esa cosa de decir algo y rellenarlo con reclamos.
Me miré al espejo, mi cabello se veía espléndido así de largo y con onditas, hacía meses que lo había dejado crecer, así que había llegado a mi cintura con éxito.
Mamá me tomó de la muñeca y salimos al lugar donde se piden los turnos, yo fuí a sentarme junto a una señora, luego de pedir permiso - Buenas noches, digo, días ¿Porqué está aquí?
La abuela de cabellos rubios me miró con una sonrisa - tengo problemas en la muñeca - Movió su mano para que yo pudiera ver, tenía torcida la muñeca. - Quiero que no duela. -
- ¿Le puedo contar un secreto? - Pregunté, la señora respondió con un gesto de asentimiento acompañado de una sonrisa linda, de esas de abuela contenta - Yo, cuando siento dolor, pienso en otra cosa y duele menos, debería intentarlo...
- Chaeyoung. - Me llamó mi mamá.
- Nos vemos luego señora, que tenga un lindo día - Corrí hacia mamá.
- ¿Que dije de hablar con extraños? - Preguntó enojada al salir mientras bajábamos las escaleras con velocidad de flash.
- Que no tengo que hablar con ellos... - Murmuré, ella asintió molesta. - Pero era una abuelita solitaria ¿De verdad no puedo hablar con abuelitas solitarias? - Suspiró y abrió la puerta del auto haciéndome entrar con rapidez. Abroché mi cinturón y apoyé mi cabeza en la ventana, ella arrancó - ¿Podríamos pasar por la panadería? -
Me miró por el espejo retrovisor - Hoy no. tienes que ir a la escuela - Bufé molesta y cerré mis ojos, mientras tanto mamá comenzó a hablar por teléfono.
Mis pensamientos fueron en dirección a esa señora "Momo", pero pronto dejé de pensar, ya que me quedé super dormida.Desperté cuando mi madre frenó en la escuela, entonces bajé del auto y caminé a la institución con rapidez, al llegar adentro, ya lista para la formación, me encontré con Jihyo, mi mejor amiga.
- Hola chae - Murmuró detrás de mí para entonces abrazarme cariñosamente, yo sonreí ampliamente, es lindo ver a Hyo otra vez.
- ¿Que tal? - también murmuré, ella me soltó y se acomodó a mi lado, en la fila junto a la mía, llevaba el cabello más corto de lo normal, por debajo de los hombros, se veía muy linda.
- Bien¿Qué dijo el doctor Kim? - Me miró con una sonrisa, yo también sonreí.
- me dijo que tengo que ir a Rec - Miró a otro lado y entonces volvió a mí.
- Bienvenida al club. -
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¿Podrías guardarme un secreto? - Mochaeng
Fiksi Penggemar- Puede ser nuestro secreto... Pero no puedes decírselo a nadie, sino no podríamos continuar viéndonos. - Asentí con lentitud.- ¿Prometes no decirle a nadie? - Asentí y ella comenzó a acercar su cara a la mía. - ¿Lo juras? - Volví a asentir. - No di...