Anna
Una pequeña sonrisa deslumbro en sus finos labios.
-Que coincidencia, ¿no crees, Anna?
Quiero creer que todo es un efecto de las cantidades excesivas de alcohol barato en mi cuerpo, pero carajo, mi nombre sonaba aun mejor desde sus labios.
Ante mi silencio volvió a hablar.
-¿Te acuerdas de mí? Porque esto seria realmente vergonzoso si...
Lo interrumpí.
-Max. – asentí levemente, todo lo que mi cuello doblado me permitía, puesto a que su altura era un impedimento para que yo pudiera mirarlo fijamente sin tener que tirar la cabeza hacia atrás. -El chico de las gafas y el negroni. – dije haciendo referencia al trago que le había preparado sin el pedírmelo.
-Aun me debes un Sex on the beach. – sonrió de lado, yo me atragante con mi propia saliva. Eso definitivamente tenia un doble sentido. - ¿bailas?
Asentí. ¿Qué más se podía hacer con un adonis enfrente tuyo?
Max le dio un ultimo trago a la copa que tenia en sus manos, terminándosela, y se la dejo a un chico pelirrojo el grupo con el que estaba.
Tomo mi mano y me llevo a un lado de la pista, un lugar mas privado que donde estábamos.
Comenzamos a bailar, yo movía mis caderas al ritmo de la música, sus manos se posaban en mis caderas y acariciaban suavemente esta zona.
-Me parece curioso, como la primera vez que nos vimos un chico interrumpió nuestra conversación, y como esta segunda oportunidad soy yo el que te interrumpió con otro chico. – me hablaba cerca, cabizbajo para alcanzar mi oído y que pudiera entenderlo sobre la música.
Yo levante mi cabeza para hacer lo mismo.
-Ambos solo amigos. – Max me miro levantando una ceja, cuestionándome. – Por lo menos el de la primera vez. – reí y él sonrió.
-¿Al pelinegro no le molestara que te haya robado? – negué.
-Tampoco creo que me encuentre entre tanta gente.
-¿Acaso me estas queriendo decir que te desaparecerás conmigo? Porque si es así, déjeme decirle que es una propuesta tentadora, señorita. – hablaba mirándome directo a los ojos, mi cerebro borracho y yo estábamos perdidos en ellos, sin escapatoria alguna.
-En realidad, jamás me desaparecería con alguien del que solo se su nombre de pila.
-Que modales los míos, déjame presentarme devuelta. – se relamió los labios. - Maximous Van Hannover, veinticinco años, europeo, universitario, actualmente bebido y con muchas ganas de quitarte el labial rojo de los labios.
Ca-ra-jo.
-Parecías más audaz detrás de la barra, te recuerdo que tu también debes presentarte mejor que la ultima vez. Anna me parece muy corto.
En ese momento quise tener algo para beber, sentía que mi garganta estaba seca.
-Anna Leduc, veintiún años, sudamericana, y creo que eres lo único que está quieto aquí, todo el resto gira.
Una carcajada broto de sus labios y erizo mi piel.
-¿Qué te trajo por aquí, Anna?
-Mejores oportunidades.
Sus ojos tenían un brillo extraño, pero hermoso.
Continuamos bailando, moviéndonos al ritmo de la música, pero sin despegar nuestras miradas. A cada minuto que pasaba nos encontrábamos más cerca, incluso podía sentir su cálido aliento sobre mi boca.
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Efímeros // COMPLETA.
Teen Fiction#E.I.1 Mas de cuarenta millones de latinoamericanos migran a países del primer mundo. Pero ¿quiénes son estos migrantes? Son viajeros, nómades, valientes, errantes y ambulantes. Su lugar en el mundo está en todos y en ningún lado al mismo tiempo...