Anna
-Dios Anna, no sabes cuánto lo siento, jamás me había pasado algo así en toda mi carrera. – se disculpó nuevamente la doctora Martens – con la otra paciente acordamos un apoyo monetario por los perjuicios causados, así que estas en todo tu derecho de pedirlo también.
-Doctora, no se preocupe. – le sonreí – fue un susto que dio gusto. – bromee para aligerar la tensión.
-Eres un sol – me sonrió también – ahora déjame explicarte tus verdaderos estudios. Con la ecografía se pudieron observar un par de cúmulos, si quieres llamarlos así, en los ovarios. No son quistes, sin embargo, tampoco son malignos. Pueden causar mayor flujo sanguíneo en el periodo, pero eso se regula con las mismas pastillas anticonceptivas, o punzadas y dolores en el periodo u ovulación.
-Es muy tarde para quedarme con él bebe, ¿cierto?
La doctora ríe y asiente.
-No tienes nada de qué preocuparte, más bien nos vamos a ocupar. Para los dolores tomaras antiinflamatorios con analgésicos, pero en caso de que las punzadas duelan más de lo normal, vienes al hospital. – escribe el nombre de las pastillas en un papel – estos cúmulos ováricos suelen desaparecer por sí solos, o en el caso contrario, hay mujeres que viven toda su vida con ellos, y no generan inconvenientes.
-Perfecto entonces.
Ambas nos levantamos de nuestros lugares y nos saludamos con un beso en la mejilla.
-Ante cualquier consulta me avisas, ¿sí? – asiento – cuídate.
-Muchas gracias, doctora. Que tenga un buen día.
Abandone el consultorio de la ginecóloga mientras me texteaba con Raisa de que haríamos mañana que teníamos todo el día libre, sin embargo, nuestros planes no salían del departamento y de la comida chatarra.
La pantalla del celular se ilumino enseñándome el nombre de Max en una llamada entrante, la cual respondí.
-Hola, hola.
-¿Cómo estas, nena?
-Genial, ¿tu? – hable mientras comenzaba a caminar hacia la parada del transporte público.
-Aburrido, ¿por dónde estas? – detrás de su voz se escuchaba un gran bullicio.
-Caminando hacia el autobús, ¿Qué hay de ti?
-En el hotel. Te busco en quince minutos y vamos para el departamento.
-No me busques, no estoy muy lejos del hotel, y en cuanto llegue ya se hará la hora para poder irnos. – aseguré.
-¿Segura? – murmure un "aja" en respuesta – Ve por la acera con más personas, y caminando en contra de la dirección de los autos.
-Si, papá. – bromee.
-Si vas a decirme así, prefiero "papi" – reí – cuídate.
Afirme que lo haría y di por finalizada la llamada.
Lo cierto es que no estaba muy lejos del hotel, pero no quería caminar apresurada. Estaba atardeciendo y el clima estaba precioso para un paseo relajado por el centro de la ciudad.
Pensé en Max, y en la remota posibilidad de que pudiera enamorarme de él. Comenzaba a creer que solo era cuestión de tiempo, el chico era prácticamente perfecto, si es que ya no lo era.
Pero mientras más pensaba en todo lo bueno que el tenia, más dudaba de mí. No hablo de mi cuerpo, a decir verdad, estoy bastante conforme, pero quizás no soy tan madura o inteligente como el, no vengo de una super familia que me haya inculcado super modales y reglas de etiqueta, ni tampoco soy alguien importante en la sociedad.
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Efímeros // COMPLETA.
Ficção Adolescente#E.I.1 Mas de cuarenta millones de latinoamericanos migran a países del primer mundo. Pero ¿quiénes son estos migrantes? Son viajeros, nómades, valientes, errantes y ambulantes. Su lugar en el mundo está en todos y en ningún lado al mismo tiempo...