Anna
Eran casi las cinco de la tarde, para mi fortuna la reunión había terminado y no me había quedado dormida en medio de esta.
Ya había tomado mi mochila, la colgué en el hombro, firme mi salida y comencé a caminar hacia la salida. Cuando estuve en la calle una fuerte ráfaga de viento me recibió, el cielo se encontraba nublado, como si de un momento para otro fuera a llover.
Pensé en la boda de esta noche, esperaba que no lloviera en el gran día de la chica, al fin y al cabo, hubo demasiadas personas trabajando detrás del evento para que saliera perfecto.
De un momento hacia otro, un increíble auto negro se estaciono a mi lado, fui frenando poco a poco, para ver si podía reconocer el auto negro de la ultima vez, el de la cámara.
Pero estas ideas se esfumaron cuando la ventanilla del lado del acompañante bajo, dejándome ver a Max detrás del volante.
Este se inclino hacia el asiento a su lado y vocifero
-Vamos, sube.
-Joder, te bañas en dinero, ¿verdad? – no podía dejar de ver el maldito auto, se veía lujoso por donde lo mirase.
Max rio.
-Y tu estas consciente de que estoy en doble fila, ¿verdad? – hasta ese momento no me había fijado en ahora los autos que lo esquivaban para seguir su camino.
No lo pensé mucho, ¿Quién prefiere pagar un boleto de autobús cuando puede ir gratis en auto climatizado?
Tome mi mochila, quitándomela de los hombros y entre. La puse en el suelo, a un lado de mis pies. Entonces lo mire.
-¿A que se debe a que te ofrezcas ser mi chofer personal el día de hoy? – pregunte mientras desarmaba el moño que antes tenia en el cabello.
-Primero, el cinturón de seguridad. – Max miro por el espejo de su costado y luego el auto comenzó a andar. Tome el cinturón y lo abroche. Max sonrió de lado, con labios juntos. – Segundo, no iba a dejarte que vayas sola cuando casi te duermes parada en la reunión.
Reí, no tenia nada que contradecirle.
-Aun así, es una molestia que has decidido tomar, dudo que nos dirijamos a la misma zona.
Max hizo caso omiso a mi comentario. Prefería decir que lo había dejado sin palabras.
-¿Hacia donde te llevo?
-Manyen Street, entre la novena y la décima.
El sopeso su respuesta.
-¿Vives cerca del Rouge?
Sabia exactamente a lo que se refería. El rouge era un bar de mala muerte, conocido porque los motoqueros lo frecuentaban. De todas formas, Raisa y yo jamás habíamos tenido mayores inconvenientes.
Asentí mientras dejaba escapar un bostezo, el cual cubrí con mi mano.
-Si, a una cuadra y media, mas o menos. Es un edificio color gris. – mi voz sonó somnolienta.
Al parecer, Max se dio cuenta de aquello, y como ya le había dado la información necesaria no volvió a decir mas nada, y como extra, bajo el volumen de la radio.
Aquello fue suficiente para que me reacomodara en el asiento de cuero, bostezara una vez más, y todo se volviera negro.
-Anna... - sentía que alguien acariciaba mi brazo, pero yo solo quería seguir durmiendo. – Ya llegamos.
Me costo mas que un infierno abrir los ojos, pero cuando lo hice valió la pena. Joder que sí. Dos orbes celestes posaban su mirada en mí, a una distancia tentadora.
Habré parecido tonta, porque Max sonrió.
-Pensé que iba a tener que llevarte en brazos como una niña, duermes como un tronco. – dijo sin borrar la sonrisa de su rostro, pero si volviendo a su lugar, dándome espacio.
Sonreí mientras pasaba mis manos por mi cara, si que me había dormido profundo.
-Lo siento, tu asiento es cómodo. – bromee mientras tomaba mi mochila del suelo del auto.
-Cuando quieras. – miro al frente, para luego volver la mirada hacia mí. - ¿Vas a salir esta noche?
Me tomo unos segundos entender a que se refería. Hace una semana exacta había sido la noche de la borrachera del año.
Negue con la cabeza.
-A este paso, con suerte si llegare a mi cama antes de caer dormida.
-Pues entonces debería acompañarte, ya sabes, para asegurarme de que eso no pase.
Rei mientras salía del auto, con mi mochila colgando a un lado. La ventanilla estaba a medio bajar, y el me hizo el favor de bajarla por completo. Me recline en esta.
-Buen intento, quizás la próxima vez acepte la propuesta. Cuando nuevamente tenga un par de copas encima.
Sus ojos se desviaron unos segundos, los cuales parecieron eternos, entonces me di cuenta la situación en la que estaba. Mi uniforme tenia un escote en V, normal y formal. Nada muy pronunciado, pero al estar inclinada hacia adelante la historia cambiaba.
De todas formas, no me enderece, no aún.
Si tienes algo que enseñar, muéstralo, chica.
Max rio.
-Había que intentarlo, rendir honores a la semana anterior. – sus ojos no se despegaban de los míos, y eso me enloquecía.
-Hasta pronto, Max. Gracias por traerme. – le sonreí mientras me enderezaba.
-Cuando quieras.
No escuche nada mas de su parte, me di la vuelta y camine hacia la puerta del edificio. Cuando entre, me percate de que Max recién estaba yéndose.
Había esperado a que entrara antes de hacerlo.
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Efímeros // COMPLETA.
Roman pour Adolescents#E.I.1 Mas de cuarenta millones de latinoamericanos migran a países del primer mundo. Pero ¿quiénes son estos migrantes? Son viajeros, nómades, valientes, errantes y ambulantes. Su lugar en el mundo está en todos y en ningún lado al mismo tiempo...