Anna
Estaba bajo la ducha de agua helada, aún en el hotel.
Nuestra pequeña sala tenia un baño y dos duchas. Había una libre así que entré. Por suerte en mi casillero siempre tenia una muda de ropa limpia, y cosas para la ducha como jabón y una toalla.
Siendo sincera ni si quiera me estaba bañando, el agua fría solo caía por sobre mi cabeza mientras yo me fregaba repetitivamente con el jabón violeta.
No sabia cuanto tiempo había pasado, pero me aterraba que todas se fueran y ser la última. Así que salí de la ducha, me sequé y me puse la muda de ropa limpia, que consistía en un jean un poco mas ajustado de los que normalmente usaba, una remera de tirantes blanca de lo más básica y urbana posible y un suéter enorme para mi tamaño de color bordo.
Recordaba este suéter, Raisa se había confundido y lo había encargado por internet en talle L. Luego me lo dio ya que yo suelo utilizar cosas holgadas respectivamente de mi talle.
Cuando termine de vestirme, me calce con las mismas zapatillas blancas desgastadas que utilizo con el uniforme. Frente al espejo peine mi cabello y luego abandone la sala junto a las ultimas mujeres que quedaban allí.
Todo el camino por el hotel hasta dar con la puerta de salida lo hice cabizbaja, no deseaba encontrarme con mi jefe de nuevo.
Pensé que lo había logrado cuando me estuve fuera, pero entonces lo oí.
-Anna.
Mis manos comenzaron a temblar como dos hojas en otoño, era humillante. Cuando levante la cabeza y me encontré con Max suspire de alivio.
Nunca había estado tan feliz de verlo, incluso luego de lo del sábado en la noche y la condesa de no se que miercoles.
-Max, hola.
-¿Esta todo bien? – Max se veía preocupado, pero no podía contarle lo que había ocurrido. No después de aquella vez, donde le pregunte acerca de los rumores de Harald Edwin y el los negó.
-Si, sí. – afirme rápidamente, sosteniendo mi bolso con ambas manos por delante de mí.
-Lo estuve pensando, aún no son las cinco y tu turno es a las siete, y ahora veo que estas cambiada creo que eso nos ahorra un par de minutos. Si vamos a tomar un café a un lugar de aquí cerca y luego te llevo al bar llegaras a tiempo.
No tenía ganas de discutir, y sinceramente un café y algo dulce sonaba excelente antes de ir a trabajar, ya que mi turno del bar terminaba a las una.
-Está bien – asentí.
Max me sonrió y me abrió la puerta de su auto para que me adentrara.
El camino fue corto, en realidad no sabia para que había utilizado el auto si el pequeño café solo estaba a unas cuatro cuadras, pero así era Max.
Cuando bajamos del auto y entramos en el café, un agradable aroma me recibió. Era pequeño y había pocas personas, de fondo había una suave música que acompañaba el momento.
Fuimos directo a una mesa al fondo, al lado de un ventanal y nos sentamos enfrentados.
-Buenas tardes y bienvenidos al café Perk. ¿Qué les podemos ofrecer? – una agradable muchacha se presento ante nosotros. Aunque claramente dijo todo aquello mirando hacia Max, y no podía culparla. El hombre tenia presencia y no podíamos negarlo.
-Buenas tardes, para mí un cappuccino y un croissant. – le informo Max. - ¿Tu que quieres, Anna?
Por primera vez la chica giro a verme algo sonrojada, le sonreí para que supiera que no había problemas.
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Efímeros // COMPLETA.
Teen Fiction#E.I.1 Mas de cuarenta millones de latinoamericanos migran a países del primer mundo. Pero ¿quiénes son estos migrantes? Son viajeros, nómades, valientes, errantes y ambulantes. Su lugar en el mundo está en todos y en ningún lado al mismo tiempo...