Anna
-¡Más!
Jadeo mientras siento como una gota de sudor me recorre la frente.
-¡Más rápido! – vocifera Max – vamos, sigue.
-Ya no... no puedo. – me quejo.
-Ve aminorando la velocidad, pero no pares.
Intento obedecer, pero los brazos me pesan como dos jodidas bolsas de patatas, así que luego de un par de puñetazos más, me dejo caer de espaldas sobre la colchoneta que se encuentra sobre el piso.
-Recuérdame cuando accedí a esto. – suplico en medio de quejidos.
Incluso puedo escuchar la sonrisa burlona de Maximous cuando deja el saco de boxeo y se vuelve hacia mí, quedando de cuclillas a mi lado.
-"Quiero aprender para defenderme" – intenta imitarme con una aguda voz – la mano. – pide y yo se las extiendo hacia él.
-Yo no hablo así, y tampoco dije eso. – intento regularizar mi respiración – dije que no quería necesitarte a ti.
-Lo sé. – me sonríe – lo estoy haciendo apropósito.
Intento darle un empujón, pero al parecer Maximous puede prever mis intenciones y me toma de la muñeca una vez que termino de quitarme las vendas.
-Te pasaste, creo que mis brazos quedaron inútiles por el resto de la semana.
-Ya me lo agradecerás cuando dejes de tener fideos por brazos. – sacude de mi muñeca repetidas veces, haciéndome reír. – debo ir a una sucursal a firmar unos cheques y luego pasar por la universidad para que me den la hora del examen, no me llevara más de un par de horas.
Cierro los ojos, Max tenía tantas ocupaciones y obligaciones que jamás lo tenías al 100%, por lo menos no una mañana entera. Y aunque estuviera corpóreamente allí, podías notar que su cabeza estaba en otro lugar, trabajando a mil por hora.
Supongo que a eso se debia su éxito.
Abrí los ojos y sonreí.
-No te preocupes, saldré a pasear con Isis. – imagine que ahora mismo debería estar durmiendo en el costoso sofá de la sala de Max.
El frunció el ceño.
-No debes irte. – asegura – este lugar es tuyo, puedes hacer lo que quieras aquí. Y no intentes ponerme alguna de tus excusas baratas, sé muy bien que no tienes nada para hacer hoy.
-¿No sería como...? ¿abusar de tu amabilidad? – arrugo la nariz.
Me aterraba convertirme en una de esas personas que se aprovechaban de los lujos de otros, y no darme cuenta de ello.
-Tú puedes abusar todo lo que quieras de mí. – bromea y golpeo su hombro – lo digo enserio, me gusta tenerte aquí. Además, si te hace sentir mejor, no estarás sola, Briggitte sigue dando vueltas por algún lado del departamento.
-Está bien, me ducharé y luego... ¿cocinaré? – pronuncio dudosa, y el gesto en el rostro de Max hace que termine riendo. Desde que nos conocemos no he cocinado ni una vez, él era el habilidoso en esta relación. – está bien, ayudare a Briggitte a cocinar.
-Eso parece ser más realista. – se levanta y tira de mi brazo, llevándome con él – estaré aquí para el almuerzo.
Hago puntas de pie y él toma ambos lados de mi rostro, para luego plantarme un suave pero delicioso beso en los labios.
-Nos vemos a la vuelta. – sonríe antes de separarse y abandonar la sala de gimnasio.
Me gustaba esa frase, de alguna forma u otra la había hecho nuestra, y aunque fuera algo básico, ya había cobrado otro significado para nosotros.
ESTÁS LEYENDO
Efímeros // COMPLETA.
Fiksi Remaja#E.I.1 Mas de cuarenta millones de latinoamericanos migran a países del primer mundo. Pero ¿quiénes son estos migrantes? Son viajeros, nómades, valientes, errantes y ambulantes. Su lugar en el mundo está en todos y en ningún lado al mismo tiempo...