Anna
Abrí los ojos poco a poco, la habitación se encontraba oscura, aunque supe que era de día cuando vi los destellos de luz que se asomaban por debajo de la puerta, y por el ahora cubierto ventanal.
Me reincorpore para sentarme, pero eso me trajo un gran mareo, haciéndose presente el dolor de cabeza. Las sábanas blancas aun cubrían la parte baja de mi cuerpo, flexione mis rodillas para poder apoyar allí la cabeza, mientras masajeaba mis sienes.
Lentamente, recuerdos cortos, casi como ráfagas se aparecían ante mí. Bebiendo en el departamento, la fiesta, los chicos, y Max sacándome de allí. También creo recordar a Max lavándome los dientes, y luego dándome agua. Aquello explicaba bastante las grandes prendas que llevaba puestas.
De repente la puerta se abrió solo unos centímetros y la cabeza de Max se asomó por allí. Al verme despierta sus ojos se abrieron un poco más.
-Debo dejarte, hablamos luego. – murmuro contra el teléfono que llevaba a un lado de su rostro, y luego, al parecer termino la llamada. – Era Cort, quería saber cómo estabas.
Sonreí levemente mientras asentía.
-¿Puedes abrirlas, por favor? – dije mientras miraba las cortinas que cubrían el ventanal que tanto me gustaba.
Max asintió, vino en dirección a la cama y se sentó en esta, mientras que de la pequeña mesa auxiliar de su lado sacaba el control remoto. Apretó un botón y poco a poco las cortinas comenzaron a abrirse. Luego volvió la vista hacia mí.
-¿Te encuentras bien?
-Si, solo me duele un poco la cabeza, y no recuerdo mucho. – le sonreí.
Max hizo una seña con la cabeza, apuntando esta vez a la mesa a mi lado, cuando miré me encontré con una botella de agua, un vaso de cristal con jugo de naranja y una pastilla blanca.
-Gracias – mi voz se escuchaba ronca, pero él hacía caso omiso. Llevé la pastilla a mi boca y comencé a beber del delicioso jugo.
-No hay problema. – Los ojos de Max no se perdían ni si quiera uno de mis movimientos, pero yo si baje la mirada.
Me sentía terriblemente avergonzada, había bebido como si no hubiera un mañana, había hecho cosas estúpidas, y lo había acarreado conmigo.
Deje el vaso nuevamente en la mesa, y me desplace por la cama hasta donde él se encontraba. Sin premeditarlo me senté a horcajadas de él, sobre su regazo, y pasé mis brazos por su cuello, abrazándolo con fuerza.
-Gracias – susurre contra su oreja izquierda.
Sus brazos rodearon mi cintura y me devolvieron el abrazo de la misma manera.
-Ya me agradeciste por el jugo antes – bromeo.
-Lo digo enserio, tonto. – sonreí – en verdad no recuerdo mucho, pero no necesito cada detalle de la noche para saber que me ayudaste, devuelta. – hice una pequeña pausa para disfrutar de su perfume. – lo siento.
-No tienes nada que sentir. – afirmo mientras sus manos acariciaban mi espalda – O quizás si, has sacado la mierda de mi del susto.
Aquello me hizo reír. Me separe un poco para poder mirarlo a la cara, pero sin quitar mis manos de su cuello.
-¿Qué tan mal estuve?
Max ladeo la cabeza, sopesando su respuesta.
-Pues, teniendo en cuenta que tuve que bañarte y cargarte de un lado a otro...
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Efímeros // COMPLETA.
Ficção Adolescente#E.I.1 Mas de cuarenta millones de latinoamericanos migran a países del primer mundo. Pero ¿quiénes son estos migrantes? Son viajeros, nómades, valientes, errantes y ambulantes. Su lugar en el mundo está en todos y en ningún lado al mismo tiempo...