Anna
-¿Es que acaso no puedes dejar tus jodidos zapatos en un solo lugar? ¡Eres un caos! – vocifera mi compañera de habitación.
-¡Lo siento, Maggie, voy tarde!
Que compañera de piso como Raisa no hay.
Tomo mis cosas entre brazos como puedo, y termino de calzarme una zapatilla fuera de la habitación antes de salir disparada hacia mi próxima clase. Lo cierto es que, al incorporarme a la universidad en pleno enero, vengo atrasada con todas las materias.
Si bien es primer año, ellos comenzaron las clases en septiembre del año anterior, así que para intentar ponerme al día decidí no tomar todas las clases que me hubieran gustado, si no mas bien solamente las obligatorias para pasar de año.
Tras mi llegada, hace un par de semanas atrás, no tuve mucho tiempo para adaptarme, solo me concedieron un par de días para que entregase los papeles que faltaban para mi inscripción y me pusieron de buenas en el juego.
Aquí el tiempo pasaba volando, me despertaba, desayunaba en el campus, clases, almuerzo, clases, y luego libre entre comillas, ya que me encerraba en la biblioteca a estudiar hasta que el sueño me vencía, y así una y otra vez, todos los días.
Me gustaba mantener una rutina activa, la que me mantuviera todo el tiempo posible ocupada, ya que, ante el más mínimo espacio sin actividad, me desmoronaba. El silencio y el tiempo sola conmigo misma me era fatal y nuevamente comenzaba a vivir de recuerdos.
-Desaliñada e impuntual – Megan me observa de pies a cabeza – tienes todo lo que se necesita para ser una escritora. – se mofa y yo sonrío.
Lejos de volver a estudiar lo que había comenzado años atrás, me decidí por letras y literatura. Y aunque parezca algo drástico, no lo fue. Ya hace tiempo que llevaba pensándolo, incluso comencé a escribir independientemente en el departamento de Max meses atrás.
Max.
Como iba diciendo, a Megan la conocí hace una semana, estudia arte, pero tenemos algunas clases en común al ser primer año. La chica es todo lo que necesitas para que la universidad no te consuma, es fresca, graciosa y siempre sabe dónde están las fiestas y el alcohol.
Caminamos juntas a nuestra segunda clase del día, historia y economía, lejos de parecer aburrida, era bastante interesante, ya que seguía enfocándose en el arte y la literatura.
Por más que intente autoconvencerme de que la Anna de Londres debía quedarse allí, me era extremadamente difícil obviar los comentarios sobre música que me hacen acordar a Raisa. El chico popular, el cual es un Jayden norteamericano o lo difícil que se me hacía prestar atención en clase sin recordar a Maximous aconsejándome utilizando algún termino económico.
Como el me dijo alguna vez, nada puede ser malo por siempre, poco a poco las cosas vuelven a un punto medio.
Y aunque siga doliendo, todo se va emparejando poco a poco.Parecerá irónico, pero anoche volviendo a mi habitación encontré un trozo de hoja arrancada de algún libro. Desconozco el autor, pero atesoro su arte como si fuera dirigido hacia mí.
"Dejar pasar el tiempo
No nos queda otro remedio que dejar pasar el tiempo. Pero el tiempo no cura nada, nos curamos nosotros mismos sin agua oxigenada. Nos lamemos nuestras propias heridas con la saliva de nuestros recuerdos. No va a venir nadie a curárnoslas, si no somos nosotros mismos los que nos ponemos tiritas de amor propio.
Y el tiempo, igual que llega, deseamos que venga, deseamos que pase, deseamos que llegue, este no cura nada. Engañamos a las neuronas, con juegos de palabras, con psicoterapeutas, con el nimio poder de la palabra; porque el amor que no fue esta ahí, y eso no hay tiempo que lo cure, ni terapia que lo aminore.
Aquí nadie cura nada. Nos curamos nosotros mismos a base de hostias, a base de que duela el corazón y los recuerdos que ya no son."
No puedo asegurar ni prometerme que estaré haciendo algo distinto los proximos años, pero por el momento me de dicaré a mi misma. Estudiaré, crearé lazos con nuevas personas y guardaré muy en el fondo todo lo relacionado con Londres.
Lo haré al menos hasta que pueda regresar y recuperar a mi familia.
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Efímeros // COMPLETA.
Fiksi Remaja#E.I.1 Mas de cuarenta millones de latinoamericanos migran a países del primer mundo. Pero ¿quiénes son estos migrantes? Son viajeros, nómades, valientes, errantes y ambulantes. Su lugar en el mundo está en todos y en ningún lado al mismo tiempo...