Capítulo 25

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Anna

Jayden y yo conversamos como si nada hubiera pasado, incluso antes de que Raisa tuviera que subir a la cabina de la dj, nos saludó. Así eran ellos, explosivos y luego como si nada hubiera sucedido.

Generalmente los lunes no había mucha actividad en el bar, solo algunas citas a horarios relativamente tempranos y en la noche algunos borrachos de siempre.

Los días entre semana el bar se cierra a la una de la madrugada, así que ahora ya estaba vacío. Raisa se despidió de nosotros antes, ya que se estaba por ver con un chico con el que hablaba por Instagram, Jay estaba con dolor de cabeza así que se fue directo a dormir a su departamento y yo me quedé terminando de guardar las cosas.

Cuando ya estaba todo listo un chico de los que trabajan como guardias, y yo cerramos el lugar, nos despedimos y cada uno siguió su camino sin muchas ganas.

Era muy lunes.

Por fortuna, cuando llegue a la parada de autobuses el que me acerca al departamento ya estaba, pague mi pasaje y subí.

Justo le dio luz verde al chofer, entonces sin previo aviso arrancó.

Lo que sucedió luego me puso la piel de gallina.

Por la inercia el hombre detrás mío y yo, que aún estábamos parados, nos inclinamos hacia adelante. Yo pude agarrarme de un asiento, para no caerme. Pero el tuvo que agarrarse de mí, apoyándose.

No fue exactamente como había ocurrido con Edwin horas atrás, pero el recordarlo revolvió mi estómago.

El hombre se rio, disculpándose y tomó asiento.

Yo también me senté en el asiento más próximo a mí, temblando de pies a cabeza.

No se como ni porque, pero minutos luego, cuando visualice una nueva parada de autobuses, me levante y toque el timbre del chofer para que frenara y me permitiera bajar allí.

Aún temblaba cuando me senté a esperar un nuevo autobús que fuera a otro destino. Pasaron minutos y más minutos, cuando fueron cerca de las dos de la madrugada llegó.

Pagué mi pasaje, me dirigí a los asientos del fondo. Solo estaba la chofer y un chico con audífonos en la parte delantera del autobús.

Quizás fue el mal momento, o que tenia demasiadas cosas retenidas dentro mío, pero comencé a llorar.

En verdad no quería hacerlo, no me gustaba hacerlo ni mucho menos en público, pero no podía evitarlo. Las lágrimas corrían por mis mejillas, una a una, hasta formar una lluvia de estas.

Mi pecho estaba agitado, incluso dolía. Supuse que ya había pasado un buen tiempo cuando visualicé mi parada. Bajé en esta y comencé a caminar hacia el gran edificio.

El trayecto parecía tortuosamente largo en esta situación, sumándole que me aterraba caminar sola de noche.

Cuando llegue agradecí que el guardia que estaba abajo fuera el mismo de la otra vez, me había visto entrar y salir con Max, quizás no me frenaría a preguntarme.

Intente limpiar mis lagrimas rápidamente y fingir una sonrisa para saludar al pobre hombre que tenía que verme así.

-B-buenas noches

-Buenas noches, ¿todo esta bien señorita? – el hombre parecía preocupado y me avergoncé de la situación.

-Si, gracias. – murmure antes de adentrarme en el ascensor y presionar el piso nueve.

No sabia que había venido a hacer aquí, pero lo mínimo que podía hacer era dejar de llorar como una niña.

Logre calmar un poco mi respiración, pero las lagrimas se negaban a dejar de caer.

Efímeros // COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora