Capítulo 47

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Anna

Cerré la botella de agua y la deje a un lado, luego subí las manos por su torso, desbrochando uno a uno los botones de su camisa, deslizándola por sus formados brazos hasta hacerla caer lejos de nosotros.

Sus manos se perdieron en mi cabello, tirando de este para tener mejor acceso a mí. A final de cuentas, sus manos se deslizaron por mi cintura hasta tomarme por la parte baja de mi trasero, enrosque mis piernas en su cintura y camino hasta mi habitación.

Mi espalda choco contra la pared, y aprovecho el momento para despegar nuestros labios y quitarme el liviano vestido por encima de la cabeza. Deje escapar un jadeo cuando sus labios hicieron contacto con mi cuello, besando, succionando y mordiendo desde la mandíbula hasta el comienzo de mis pechos.

Prefiero echarle la culpa a la copa de champagne por estar como una adolescente hormonal, pero lo cierto es que ni comenzábamos y ya estaba empapada.

Se alejo de la pared conmigo aún en brazos, y se sentó en la cama conmigo a horcajadas.

Lo siguiente en desaparecer fueron sus zapatos, calcetines y su pantalón, dejándonos a ambos en ropa interior.

La imagen que Max brindaba estaba a nada de ser un delito. Su rubio cabello desordenado, pupilas dilatadas, labios rojizos, torso y brazos bien definidos. Mas abajo la imagen era aún mejor, su miembro estaba erecto e hinchado, mostrándose como un gran bulto dentro de los boxers blancos.

Volví a besarlo restregándome sobre su miembro, disfrutando los roces y los gruñidos que escapaban de sus labios.
Max desabrocho mi sostén y lo lanzo lejos, metiéndose uno de mis pechos a su boca mientras que acariciaba y apretaba el otro con sus manos.

Los gemidos no tardaron en venir, y Max aprovecho aquel momento para darme vuelta, dejándome a mi recostada en la cama y a él arriba mío.

Dejo un camino de besos desde mis pechos a mi estómago y así continúo bajando hasta deshacerse de mis bragas.

-Y-yo... nunca lo hice.

Había tenido experiencias sexuales antes de Max, pero jamás me habían hecho sexo oral, y siendo sincera me daba algo de pudor.

-Tu tranquila, te gustará. – aseguro con una sonrisa antes de continuar su trabajo.

Comenzó repartiendo besos y mordidas, posicionándose entre mis piernas. Cuando se detuvo en mi entrepierna, en los abductores precisamente, quise cerrarlas.

No era exactamente insegura de mi cuerpo, pero odiaba esa zona, porque la zona interna de mis muslos era como un rollito de grasa, y para rematar, tenía estrías.

Pero Max no me dejo, las abrió y continuo hasta posar sus dedos en mis pliegues. Primero introdujo un dedo, lo movió despacio hasta que me acostumbre, y luego metió un segundo, haciéndome gemir.

Pero nada de eso se compara a la sensación de tener sus labios allí, nuevamente besándome, pasando la lengua y succionando entre mis zonas mas sensibles, y tocando mi clítoris el cual ahora estaba hinchado y en busca de atención, dándome oleadas de placer.

-Max... - gemí.

Todo atisbo de timidez desapareció con los sentimientos que me embargaban.
Inconscientemente lleve una mano a su cabello, pidiendo por más, mientras la otra apretaba fuertemente en un puño las sabanas de mi cama.

Continúe gimiendo con las maravillas que hacia su lengua y labios allí, dejando sensaciones indescriptibles.

-Max voy a... - dije entre jadeos.

Efímeros // COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora