Capítulo XIV

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Muerdo mi dedo pulgar contemplando, indecisa, un posible atuendo para esta noche. Un mono blanco que resalta mi moreno veraniego, atado al cuello con un escote bastante pronunciado y como complemento un cinturón del mismo tono anudado a la cintura.

Como siempre mis labios con un pintalabios rojo y en los ojos un maquillaje sencillo, cojo el bolso de mano antes de salir de casa y me meto en el ascensor recordando el día que llevo.

Por cada día que paso con él me doy cuenta que es maravilloso, que sí está haciendo su trabajo pero ¿y si él está confundido como yo? ¿Le gustaré?

No puedo saber con certeza si le gusto o no porque el cometido que le puse fue ese, apréndete mi vida y hazte pasar por mi novio. La tensión sexual entre nosotros es demasiado evidente, yo llevo un tiempo a dos velas y creo que se me nota la necesidad de una buena puesta a punto.

Me meto en el coche escuchando los éxitos de esta semana, el centro está a rebosar lo cual es muy normal un sábado. Después de un rato conduciendo aparco en la entrada de la casa de Sergio e inspiro intentando armarme de valor.

Suelto el aire que contenía mientras cojo el bolso y la botella de vino que traje para beber, bajo del coche dirigiéndome a la puerta de su casa. Toco el timbre y me abre la puerta al segundo, entro a la parcela observando la maravillosa vista que hay desde aquí.

Escucho como la puerta del chalet se abre y le sonrío caminando hacia él, está guapísimo lo raro es que no me guste semejante pivón trajeado.

Lleva una camisa con los primeros botones abiertos, unos pantalones de traje y lo mejor una bayeta de cocina en el hombro.

-He de decir que estás muy guapa –dice sonriendo cuando me acerco lo suficiente.

-Te ha costado decirme algo bonito por primera vez en tu vida ¿verdad?-digo divertida mientras le doy dos besos a modo de saludo- Tu también estás muy guapo.

-¡Milagro! ¡Dafne piropeando a alguien que no es ella misma!- aclama mirando al cielo mientras levanta los brazos.

Me río negando suavemente con la cabeza, me sonríe y le extiendo la botella de vino blanco.

-No tenías porqué traer nada-dice y entramos a la casa.

-Seguramente beba más vino que tú, así que es más para mí que para ti –me encojo de hombros divertida viendo como cierra la puerta.

-Lo permito –dice levantando las manos sacándome otra carcajada

Camina delante de mí a la cocina y antes de entrar veo un humo negro salir del horno, Sergio se da cuenta y abre la puerta del aparato haciendo que salga más humo.

Abre las ventanas y cojo una revista de la mesa para alejar el humo, me río viendo lo que parece ser un pollo más negro que mi futuro. Escucho como bufa apagando el horno y me apoyo en la encimera de la cocina mirándolo mientras sonrío de lado.

-Así que dotes culinarias –digo asintiendo viendo la masa negra que en algún momento fue comestible- Ya veo ya.

-Oye no es mi culpa, cuando te abrí la puerta esto tenía buena pinta- dice mirándolo.

-No me chupo el dedo Sergio-digo sonriendo- Pero, no pasa nada porque para eso se han inventado los servicios a domicilio.

Sergio va a por el móvil y yo sigo con la revista intentando ahuyentar el humo para poder ver con claridad cuando vayamos a cenar. Miro la revista y frunzo el ceño viendo la portada.

Soy yo, en una entrevista que di hace un mes. La mujer de mi jefe quería promocionar la empresa de su marido en su revista y me escogieron a mí para la entrevista ya que soy de las mejores arquitectas de la ciudad.

¡Necesitamos al gigoló!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora