Capítulo XXXI

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Bajo la maleta del coche de mis padres y me llevo la mochila a la espalda, mi padre cierra el maletero para luego bloquear el coche con el mando. Javi me quita la maleta de las manos para llevarla él y le sonrío de lado a modo de agradecimiento.

- ¡Tía Daf! –escucho a Antonio gritar detrás de mí, me giro agachándome a su altura y se lanza a mis brazos casi tirándome al suelo.

-Pero si es mi sobrino favorito –digo besando su coronilla divertida- Pensé que no vendríais –hablo esta vez mirando a Lucas.

-Tenemos las maletas hechas en el coche, por si te arrepientes y prefieres regalarnos los billetes – se encoge de hombros mi hermano mayor para después ser golpeado por su mujer.

Me río acompañada de toda mi familia, porque sí, han venido todos a despedirse de mí al aeropuerto. Me levanto del suelo elevando a mi sobrino conmigo quien se aferra a mi cuello y me abraza con fuerza.

Caminamos por la terminal y como llegamos tan temprano, vamos a una de las cafeterías para tomar algo. Nada más sentarme Carla me manda un mensaje avisándome que acaba de llegar así que le informo nuestra ubicación para dejar el teléfono a un lado.

- ¿No estás nerviosa? –pregunta Hugo para después darle un sorbo a su cerveza- Tu primer vuelo y te vas a otro continente.

- ¡Apuesto diez euros a que se pierde al bajar del avión! - salta Marcos desde la otra punta de la mesa.

- ¿Al bajar del avión? –se burla Javi- Seguro que se pierde antes de subir

Gruño mirándolos mal a ambos y hago un puchero mirando a mi padre para que me defienda de sus desagradecidos hijos.

-Ella es más inteligente que vosotros,  podría apostarme una pierna a que ni siquiera podríais encontrar la terminal- dice mi padre y sonrío divertida para hacerles un corte de mangas.

Veo a Carla acompañada de Fran y le hago una seña para que me vea, se acercan a nosotros y saludan a mi familia para sentarse con nosotros.

- ¿Cómo estás Carla? –le pregunta mi madre mientras le regala una sonrisa. - Nos ha comentado un pajarito que estáis esperando un bebé- le dice y veo a Carla mirarme, pero yo solo me hago la desentendida jugando con Antonio, quien descansa en mi regazo.

-Pues sí- sonríe Carla emocionada – Me enteré hace un par de días- le responde y Antonio mira raro a su abuela.

-Pero abuela los pájaros no hablan –dice haciéndome reír escandalosamente.

-Tu tía es un pajarito muy cotilla –dice mi madre divertida y ahora es a mí a quién mira raro.

- ¿Pero no eras arquitecta? – pregunta haciéndonos reír a todos.

-Las preguntas trampa a tus padres- le digo y mira a sus padres confundido.

Veo a Javi a mi derecha pendiente del teléfono y cuando ve que lo observo bloquea el teléfono, frunzo el ceño confundida pero él solo sonríe inocente.

Pagamos nuestras consumiciones y nos dirigimos a la zona de las pantallas donde saldrá la puerta de embarque que debo coger para ir al avión. Encuentro la puerta y me giro hacia Javi para que me de mi maleta.

-Más te vale que hayas escondido la maleta porque si no tu hoy no vuelves por tus propios pies a casa- farfullo entre dientes agarrando con fuerza la correa de mi mochila. - No está el horno para bollos Javier.

- No sé -se encoge de hombros sonriendo- Yo solo sé que no la tengo- suelto la mochila y cuando me voy a lanzar a golpearlo Diego me agarra de los hombros para girarme.

¡Necesitamos al gigoló!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora