Capítulo XXV

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Entro en la casa de mis padres viéndolos en el sofá abrazados con una película en la tele, pero creo que no les interesa mucho porque están más ocupados dándose cariño el uno al otro.

- ¡Hola queridos creadores! –les saluda Javi a mi derecha provocando que mi padre ruede los ojos mirándonos.

-Te dije que teníamos que quitarles la llave –le dice mi padre a mi madre ganándose tres miradas para nada bonitas.

-Ni caso –nos dice mi madre mientras se separa de mi padre para venir a saludarnos- Pensaba que ibais a venir a la mañana –habla mientras me abraza para luego repetir el acto con mi mellizo

-Digamos que nos quedamos levemente traspuestos- le digo sonriendo divertida.

Mi madre se ríe y mira la bolsa en mis manos curiosa, le dedico una inocente sonrisa tratando de darle un poco de lástima antes de pedirle el favor.

-Necesito tu ayuda mi querida madre- hablo mientras saco la chaqueta que usaré mañana a modo de vestido en la fiesta- Esto es lo que voy a llevar para la cena de antiguos alumnos y he estado viendo muchas fotos de otras chicas con ropa de este estilo y digamos que me he encaprichado con las hombreras, podría intentar ponérselas yo, pero no quiero cargármela- hago un puchero viendo como mi madre se ríe.

- ¿Y no pensaste en...? - comienza a preguntar, pero la conozco más que a mí misma, así que la interrumpo.

- ¿En comprar una nueva? - cuestiono y mi madre asiente- Fue mi primera opción, pero me daba muchísima pereza y me he dicho, ¿y si se la llevo a mi maravillosa madre? La que cose tan bien y es tan benevolente con su única hija.

-Trae anda –dice cogiendo la americana con una sonrisa, beso su mejilla repetidas veces y la achucho a modo de agradecimiento.

Mi madre sube a su habitación donde tiene todo lo necesario para que su hija vaya mañana como una diosa a callar bocas en una cena de gente aburrida con su vida, salgo a jugar con Coco al jardín dejando a mi padre con mi mellizo hablando dentro.

Le lanzo la pelota viendo como corre detrás de ella desesperado, sonrío de lado cuando vuelve a mi lado con la esfera entre sus fauces. Se la lanzo de nuevo y escucho la puerta de la casa cerrarse a mi espalda, me giro viendo cómo Javi se acerca a nosotros.

Coco se acerca y mi hermano es el que le lanza la pelota esta vez, después de un par de minutos en silencio Javi me mira y me regala una sonrisa. Pone su brazo en mis hombros y yo me acurruco en su pecho buscando un poco de cariño fraternal.

- ¿Sabes Daf? - me pregunta y le miro para que continúe hablando- El otro fin de semana, cuando estuvimos todos aquí, nos contaste que Sergio no podía venir porque estaba trabajando- me dice y sé por dónde van los tiros- Así que lo llamé, porque sabes que puedo ser muy convincente cuando quiero. Pero cuando me dijo que estaba en su casa y que tú no le habías dicho nada, me olió muy mal.

Suspiro mirando hacia la plantación de robles delante de la casa de nuestros padres, odio las mentiras con toda mi alma y estoy mintiéndoles a mi familia, a los que en mis peores momentos estuvieron conmigo. Mi hermano mellizo, con quien me compenetro mejor, nací, crecí y viví a su lado.

Me duele demasiado tener que seguir la mentira.

-Daf si tienes problemas con el sabes que puedes contármelo ¿no? - su mirada rebosa de preocupación y yo ya no puedo más, simplemente me rompo en los brazos de mi hermano. - Tranquila Daf- me susurra abrazándome con fuerza mientras acaricia mi espalda tratando de reconfortarme- Siempre estaré para ti, a tu lado.

Me desahogo en el hombro de mi mellizo escuchando sus palabras llenas de amor y cariño, me separo de él mientras limpio el rastro de las lágrimas en mis mejillas. Lo miro y suspiro tratando de no mirarle a la cara sintiéndome totalmente avergonzada, agarra mis manos entre las suyas y las aprieta intentando animarme.

¡Necesitamos al gigoló!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora