Capítulo XXVIII

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Salimos del ascensor de mi edificio besándonos y caminamos sin separarnos hasta la puerta de mi casa, me alejo levemente para coger las llaves del bolso. Sergio mientras busco en mi cartera se dedica a dejar un reguero de besos por mi cuello, toco el llavero y lo saco rauda para abrir la puerta.

Entramos al piso y Sergio me gira para besarme de nuevo, lanzo las llaves y el bolso al suelo para luego pasear mis manos por su torso. Le da una patadita a la puerta cerrándola y lleva sus manos a mi cinturón que mantiene la americana unida, cuando lo escucho caer al suelo dejando al descubierto mi lencería abro los ojos separándome de repente de él.

Ambos respiramos agitadamente y veo cómo su mirada de confusión pasa a una de tristeza, mientras yo trato de encontrar las palabras correctas para declararme. Lamo mis labios claramente nerviosa e inspiro armándome de valor.

-Podría esperar a decírtelo, pudiendo quedarme sin sexo, pero no puedo más- hablo viendo como frunce su ceño visiblemente confundido- Me gustas, pero no poco, mucho. Me gustas más que para un simple polvo. No sé ni cómo, ni cuándo pasó, pero creo que estoy enamorada de ti- lanzo la bomba y nada más callarme sus labios atrapan los míos en un suave beso.

Pongo mis manos en sus mejillas siendo incapaz de creerme lo que me está pasando, cuela sus manos por el interior de la americana mientras me deshago de su chaqueta y comienzo a desabotonar su camisa.

Nos separamos para recuperar el aliento, pero nuestros labios vuelven a encontrarse poco después, le quito la camisa al igual que él hace lo mismo con mi americana. Pone sus manos en mis muslos para impulsarme hacia arriba así que enrollo con mis piernas su cintura sin dejar de besarlo.

Camina a mi cuarto y cuando llega a este me posa sobre la cama acariciando mi pierna derecha, en el momento que une su entrepierna con la mía suspiro separándome de sus labios sorprendida por lo que acabo de notar.

Veo cómo una sonrisa soberbia cruza su rostro mientras comienza a dejar un rastro de besos por mi cuello, me muerdo el labio cuando noto que baja un tirante de mi sujetador. Pongo mi mano en su pecho y lo separo de mi sonriendo traviesa, lo pongo debajo de mí y comienzo a desabrochar sus vaqueros, con su ayuda me deshago de ellos mientras Sergio une nuestros labios de nuevo.

Mis manos no cesan el juego, así que acaricio su notable erección por encima de su bóxer, muerde mi labio inferior como respuesta a mi acto y en su mirada solo veo lujuria. Dirige sus manos a mi espalda y se libra del cierre de mi sujetador en un raudo movimiento, me quita la prenda rápidamente. Juguetonamente pellizca uno de mis pezones sacándome un jadeo desde lo más hondo de mi garganta.

Adentro una de mis manos en la única tela que lo cubre, al acariciar toda su longitud sería demasiado patético describir la cara de incredulidad que se me quedó. Veo una sonrisa traviesa atravesar su rostro ante mi reacción al tocarlo, pone una de sus manos en mi nuca para atrapar mis labios con los suyos en un salvaje beso.

Mi mano comienza a moverse suavemente al llegar a la base de su erección aprieto despacio, se separa de mis labios uniendo nuestras frentes mientras gruñe respirando agitadamente.

-Dafne no sabes dónde te estás metiendo –masculla entre dientes mirándome con una intensidad indescriptible.

Me agarra de la cintura haciendo que mi mano abandone su agarre, me eleva hasta quedar sentada en su regazo a centímetros de su miembro. Dirige sus manos a la única prenda que me cubre y la rompe haciéndola girones, de mi garganta surge un suspiro de la sorpresa.

Lleva su mano derecha a mi centro mientras la otra la mantiene firme en mi cintura, su dedo pulgar comienza a jugar con mi clítoris. Noto descargas de deseo atravesarme con sus caricias, muerdo mi labio apoyando mis manos en su firme pecho.

¡Necesitamos al gigoló!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora