—Muy bien cuñada —Kate me dedica una mirada— llegamos a la editorial.
Sonrió y la miro—. Gracias por acompañarme, ya me hacían falta algunas cosas.
Me da una mirada pícara y se muerde el labio.
—Estoy seguro que lo que compraste a Christian lo va a volver loco —asiente y siento como mis mejillas se enrojecen— además yo no entiendo como tan rápido la ropa que te compraste antes de la boda ya te aprieta. La vida de casada te ha hecho subir de peso Ana.
—Ya se —hago un puchero— te juro que no entiendo porque, tal vez como dices he comido demasiado porque Christian así lo quiere, dice que me alimento como un pollito.
—Anda apresúrate sino no te va a dar tiempo hacer tus cosas.
Asiento y me quito el cinturón, le doy un abrazo y bajo del auto. Kate me abre la cajuela y bajo las bolsas de ropa que compre, la mayoría son lencería y bikinis.
Quedo en la banqueta y Kate arranca. Camino hacia la editorial, pero me siento observada, miro para todos lados, pero la gente camina sin siquiera mirarme. Entro a la editorial y un ambiente de paz se siente.
Hanna me trae un café, le doy las gracias sigo enfocada en mi trabajo. La editorial va muy bien, contando que también la empresa de mi papá este yendo a flote. Me doy cuenta que no fue ningún sacrificio casarme con Christian porque lo hice realmente enamorada. Estos dos meses me ha enseñado tanto de él.
Le doy un sorbo a mi café, pero de inmediato el olor me produce náuseas. Corro al baño. Dios llevo sintiéndome así desde hace una semana, voy a ir al doctor porque esto ya no es normal.
Miro la hora y ya es tarde, debo de ir hacer las maletas para que por fin Christian y yo nos vayamos de luna de miel. Estoy ajustando algunos detalles de la portada de un libro cuando escucho la voz de Hanna que detiene a alguien, estoy a punto de levantarme y ver qué pasa cuando esa persona entra, me mira de pies a cabeza, alza una ceja y me da una mirada de superioridad.
—Así que tú eres Anastasia —menciona con su voz chillona.
—Ana yo...
Dejo de mirar a la persona que esta sosteniendo el picaporte de la puerta, para mirar a Hanna que se encuentra tras de ella.
—No te preocupes Hanna, déjame a solas con la señorita.
Hanna asiente y se retira, yo miro seria a la mujer que está frente a mí ¿Quién se cree que es para entrar así a mi oficina?
La mujer camina hacia mi y Hanna cierra la puerta.
—Tu ya sabes quién soy yo, pero creo que yo no tengo el gusto de conocerte.
Sonríe, es una sonrisa perfecta, sus labios están pintados de color rojo carmesí, se pasa el cabello para atrás de la oreja, es bonita lo admito. Ese color de cabello se me hace conocido, lo he visto en alguien, de repente tengo un mal presentimiento.
—Soy Leila, la novia de Christian.
Todo mi mundo se detiene, claro ella es con quien Christian se estaba besando ese día que fui a su casa. Un coraje se apodera de mí. No tiene nada que hacer aquí, y mucho menos presentarse de esa forma. Se muy bien que Christian jamás volvería a caer en sus redes.
—¡Oh vaya!, no tenía el gusto de conocerte, soy Ana mucho gusto —camino hacia donde ella se encuentra— como sabes yo soy la esposa. Pero querida creo que te equivocaste de oficina porque como veras mi marido no está aquí —. Hago una seña con mi mano, Leila pone los ojos en blanco.
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Amarte es mi destino
Romans¿Te casarías solo para salvar a tu familia de la ruina? Historia original, queda prohibida cualquier copia o adaptación de esta. ©Todos los derechos reservados MMXX